En Córdoba, la pobreza reduce la esperanza de vida de hasta 4.6 años

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y la Universidad de Drexel (Estados Unidos) confirmó lo que muchos sospechaban, pero pocos podrían medir con precisión: en Córdoba, las personas que viven en condiciones de pobreza tienen una esperanza de vida significativamente menor que las de los sectores más favorecidos. La diferencia es de 3.2 años menos para las mujeres y 4.6 años menos para los hombres.
El trabajo, que forma parte del Proyecto Internacional Salaurbal (Urban Health en América Latina), analizó 40,898 muertes registradas en la ciudad entre 2015 y 2018, y cruzó esos datos con indicadores socioeconómicos del censo de 2010. Los resultados no dejan dudas: la pobreza no solo afecta la calidad de vida, sino también su duración.
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Las mujeres de Córdoba tienen, en promedio, una esperanza de vida de 80 años, pero en los barrios más pobres ese número cae a 76.8. Para los hombres, la diferencia es aún más marcada: si bien el promedio general es de 75 años, en áreas vulnerables apenas alcanza 70.4, publicados los aspectos más destacados.
“Estas brechas reflejan profundas desigualdades en el acceso a la salud, la educación y las condiciones básicas de vida”, explica la Dra. Natalia Tumas, investigadora de CONICET-UNC y uno de los autores del estudio. “No es lo mismo crecer en un vecindario con agua corriente y escuelas cercanas que en una donde el transporte público es pobre y las familias viven superpobladas”.
El mapa de longevidad en Córdoba
Al dividir la ciudad en 99 áreas censales, los investigadores pudieron dibujar un mapa detallado de la esperanza de vida. Las áreas más favorecidas, principalmente ubicadas en el centro y el noroeste, muestran los índices más altos. Por otro lado, en los vecindarios con niveles más altos de pobreza, hacinamiento y desempleo, la longevidad se reduce drásticamente.
Uno de los hallazgos más relevantes es que el final de la secundaria aparece como un factor clave. “El nivel educativo está íntimamente relacionado con la esperanza de vida”, dice Santiago Rodríguez López, biólogo y co -autor del estudio. “No se trata solo de acceso a la información, sino de oportunidades de trabajo, hábitos saludables y capacidad para prevenir enfermedades”.
Una llamada para tomar decisiones
Para los investigadores, estos resultados deberían ser una alerta para los tomadores de decisiones. “No podemos naturalizar que en la misma ciudad hay una diferencia de casi cinco años en la esperanza de vida de acuerdo con el código postal”, dice Tumas.
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Gabriel Acevedo, ex secretario de salud del municipio, está de acuerdo: “Estos años perdidos no son una muerte, sino el resultado de políticas insuficientes. Tenemos las herramientas para cambiar esta realidad, pero necesitamos voluntad y planificación”.
El estudio no solo proporciona datos concretos sobre un problema urgente, sino que también siente las bases para futuras investigaciones. “Ahora sabemos dónde y cómo intervenir”, concluye Rodríguez López. “El siguiente paso es que estos hallazgos se traducen en acciones concretas”.