El portavoz que llegó de primera vez a los pasillos del poder

En una demanda impecable siempre y con su tono habitual de precisión quirúrgica, Manuel Adorni se ha convertido en una de las caras más reconocibles del gobierno de Javier Milei. Desde el Lectern de Casa Rosada, donde oficia como portavoz presidencial, Adorni transfiere el mensaje oficial con la disciplina de quién entiende que, en tiempos de incertidumbre, la comunicación es un poder estratégico.
Licenciatura en Economía de la Universidad Nacional de La Plata y contador público de la Uade, Adorni llegó a la política de los medios de comunicación. Su carrera como columnista, conductor radial y panelista en canales como LN+ o A24 lo posicionó como una figura del ecosistema liberal antes de ingresar al gobierno. El defensor de las ideas ortodoxas, el furioso antikirchnerista, hizo críticas al intervencionismo estatal su bandera, mucho antes de que eso se convirtiera en el discurso dominante.
En 2023 fue convocado por Javier Milei para asumir como portavoz presidencial. A partir de ese momento, su papel se volvió central en la estrategia comunicativa del ejecutivo: sintetizar el mensaje de un gobierno bastante disruptivo, a veces caótico, a menudo cuestionado por su estilo de confrontación, y mantener un canal claro con la opinión pública. Con el paso de los meses, Adorni agregó nuevas responsabilidades.
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Adorni ha estado a cargo del enmarcar muchas veces decisiones impopulares en términos de necesidad estructural
En septiembre de 2024 fue nombrado secretario de comunicación y medios de comunicación, con el rango de Secretario de Estado. Entre sus funciones principales se encontraba la reorganización, y en algunos casos, la reducción, de los medios públicos, incluida la controvertida decisión de cerrar la Agencia Télam. Para sus críticos, un intento de disciplina de los medios.
En marzo de 2025 anunció su candidatura para el legislador de la ciudad de Buenos Aires dentro de los avances de la libertad, que confirmó su intención de dar el salto definitivo a la política partidista. Más allá de su papel institucional, Adorni conserva una presencia activa en las redes sociales, donde generalmente alterna mensajes oficiales con reflexiones personales.
Está casado, tiene dos hijos y mantiene un estilo de comunicación directo, casi pedagógico, lo que refleja tanto su capacitación académica como su experiencia en los medios. En una Argentina cruzada por cambios profundos, Adorni representa a una nueva generación de portavoces: técnicos con visibilidad, comunicadores, funcionarios que entienden que en el siglo XXI la política también se disputa en el campo de la historia.
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El ascenso de Manuel Adorni a los primeros aviones de comunicación oficial no es un fenómeno aislado. Es parte de un nuevo paradigma dentro del ejercicio del poder en Argentina: el desplazamiento de la lógica política clásica por una gramática tecnocrática que privilegia la claridad, la síntesis y la eficiencia narrativa.
Adorni no es un ideólogo en el sentido tradicional. No es un pensador doctrinal ni un estratega del partido interior. Su contribución al espacio dirigido por Javier Milei es, más bien, la de un traductor: alguien que logra transferir las premisas del liberarismo que juega a Milei con un lenguaje diario, digerible y políticamente funcional, aunque a menudo agresivo y excelente, como es su estilo.
Desde su llegada al portavoz presidencial, Adorni ha estado a cargo de enmarcar decisiones a menudo impopulares en términos de necesidad estructural. Los entornos, cierres, despidos o recortes no se presentan como “costos sociales”, sino como “correcciones”, “normalizaciones” o “sincerías”. En esa historia no hay convicción épica, sino técnica.
En términos ideológicos, Adorni está registrado dentro de una corriente liberal ortodoxa, críticas al papel expansivo del estado y el promotor de una economía basada en las reglas del mercado.