Argentina will not include in the Budget Law for 2016 the potential payment of the US $ 16 billion, of floor, corresponding to the eventual payment to the plaintiffs of the trial that the country lost in the first instance due to the way in which YPF was renationalized in 2012. This money will not be computed as a liabilities of debt, and will not be mentioned in the bill that in September the Executive will send to the Congress for approval before the approval for approval before the approval for approval before la aprobación antes de la aprobación. Este proyecto presupuestario será el primero en ser enviado al poder legislativo para su garantía desde que Javier Milei llegó a la Casa Rosada en diciembre de 2023, e incluirá todos los capítulos cerrados con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en las instalaciones extendidas firmadas en abril pasado; y que incluyen objetivos fiscales, monetarios y de acumulación de reservas en el banco central, además de los objetivos inflacionarios, de crecimiento y términos sociales. Sin embargo, y a pesar del hecho de que la sentencia de YPF aparece en los artículos del acuerdo con el Fondo, no habrá artículos asignados para la reestructuración de esta deuda.
La razón de esta posición tiene su explicación. Según el puesto del ejecutivo, bajo la recomendación de la adquisición del Tesoro que maneja legalmente este problema dentro del gobierno, no puede avanzar en el pago del juicio o el presupuesto de esa liquidación, mientras que la causa es judicializada y hay alternativas de apelaciones. En este momento, el caso es hoy en la segunda instancia de resolución en los tribunales de los Estados Unidos, dentro de la Cámara de Apelaciones de Nueva York, sin una fecha exacta de tratamiento. Tras el razonamiento del gobierno, y una vez que hay una decisión en este nivel, todavía habrá la opción de apelar ante la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, y que este Tribunal más alto resuelve si el caso merece o no ser uno de los pocos que se toman por año para su definición. O si lo rechaza. Solo después de este momento, en una opción u otra, la causa en los Estados Unidos estaría cerrada, a favor o en contra. Y en ese momento, el ejecutivo, teórica y legalmente, avanza con cierta negociación con los demandantes, sin temor a romper con las normas locales y, tal vez, algún tipo de juicio contra las personas que aceptan negociar con los fondos especulativos que superan el juicio.
La causa se originó a partir de la aparición del Burford Capital Fund, una firma especializada a causas de bajo precio con potencial de litigio internacional. Este fondo adquirido de la justicia española comienza a partir de la bancarrota de que las compañías Peters al invertir Energy y Petersen Energía, dos compañías que la familia Eskenazi creó en ese país, pero que en el momento de la reestatización ya habían abandonado el proyecto y cuya propiedad había estado flotando en los tribunales españoles. Ya se conocía los fracasos, se confirmó tanto en la Justicia de los Estados Unidos como en Buenos Aires, que el grupo financiero estaba fuera de litigio. Y, obviamente, dejó de ser parte de la pelea.
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Burford, después de comprar el caso al juez de Madrid, donde la causa se basó en ser la residencia legal de Repsol-Pyf; Mudó sus intereses a Nueva York. Precisamente, a la misma corte en la que Argentina litigó fondos buitre: el de Thomas Griesa. Burford sabía que el juez estadounidense haría un lugar para el reclamo, ante el malhumorado generalizado de que en 2013 tenía a Griss contra el país por la batalla que el kirchnerismo hizo en esa corte por la demanda contra los fondos de los buitre.
La causa se basa en el reclamo de Burford por la forma en que el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner nacionalizó la compañía petrolera, sin hacer una oferta de adquisición pública (OPA), como apareció en el estatuto definido en 1993 durante la privatización promovida por Carlos Menem.
Allí, el país estaba comprometido con Wall Street, donde se lanzó el suministro del ADR de la compañía petrolera, que cualquier operación de adquisición posterior de una parte de la compañía petrolera argentina, obligada a hacer una oferta similar o más alta para las acciones restantes totales. Durante la reestatización, el Gobierno de Cristina de Kirchner no dio importancia a este punto. Ni el Congreso, que aprobó la compra de solo el 51% de las acciones.
Burford no es en realidad un fondo de inversión o directamente un fondo de buitre de estilo Elliott o Dart, sino que es una firma de abogados sofisticada con sede en Londres y cita en la bolsa de esa ciudad. Está dedicado a comprar juicios con altas posibilidades de éxito, pero con un largo retraso en el tiempo de resolución.
La clave del negocio es que la adquisición de una causa no lo hace con propias capitales, sino con los inversores que confían en su experiencia y proporcionan un puñado de capital en cierta acción legal y en cualquier mercado del mundo. Además de su sede en Londres y sucursales en varios países, como Estados Unidos y Singapur.
Con el tiempo, los accionistas que acompañan una causa pueden, a su vez, vender esos documentos o comprar una porción más grande. También pueden aparecer como socios, los titulares originales de las acciones afectadas y simplemente vender una parte de la causa global. Burford Lo que hace es administrar la venta y compra de esas acciones.
En el caso de YPF, se sabe que sus socios tuvieron múltiples movimientos durante todos estos años.
Burford vendió el 15% de la causa en US $ 440 millones en junio de 2017, después de haber comprado el paquete completo por menos de US $ 30 millones de la justicia española.
¿Quién puede ser ese tercer actor que adquirió ese porcentaje? El único que sabe es Burford. Podría ser un inversor argentino o extranjero. Podría ser cualquier fondo de buitre, o cualquier persona o espera que haya estado exigiendo al país en el “juicio del siglo” cerrado en 2016. O incluso podría ser una antigua compañía o actual accionista de la empresa. O incluso una persona en particular.
Es realmente común en Burford, un fondo que no es un especialista en inversiones financieras (mucho menos en el mundo de la energía o el petróleo), pero su experiencia es la megajutica para las demandas millonarias, en general, compañías de bancarrota o compañías de bancarrota que tienen demandas previas sin definir y que necesitan efectivo para enfrentar su cierre o concurso.
Siempre hay accionistas de la causa que capitalizó y puede elegir vender y capitalizar. Y, obviamente, otros quieren entrar. Para unirse a las partes, Burford hizo la tarea de comerciante y administrador y garantiza el secreto de los participantes. Lo que Presska podría saber ahora es si hay un actor de aquellos tiempos de 2012, que tiene acciones de la causa para recolectar. Y, en consecuencia, si se cometió un ilícito.