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El famoso músico y compositor Raúl Barboza, Legend of Chamamé murió en París

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Con un profundo arrepentimiento, la música popular argentina y el Chamamé en particular, disparan uno de sus mayores exponentes. El reconocido autor y compositor Raúl Barboza, murió el miércoles en su casa en París, Francia, a los 87 años.

El acordeonista, que nació en Buenos Aires el 22 de junio de 1938, fue una referencia del género y un embajador de nuestra cultura en el mundo.

Hijo de uno de los pioneros de Chamamé en Buenos Aires, el Curuzucuateño Adolfo Barboza, Raúl era un niño prodigio que, con solo 12 años, hizo sus primeras grabaciones para el “Víctor” de la compañía con el “set correntino irupe”.

Posteriormente, desarrolló su carrera con artistas como Damasio Esquivel y, a fines de los años 50, formó su propio equipo y grabó como solista para el sello “Music Hall”.

A principios de los años 60, su talento lo llevó a ser convocado por el pianista Ariel Ramírez para formar parte de la “masa criolla” y la película “The Inunded”. Durante más de 20 años, Barboza recorrió las principales etapas de Argentina, Brasil, Paraguay, y fue el primer artista de su tipo en Japón.

En 1987, se estableció en París, desde donde continuó su exitosa carrera, presentándose en etapas de los cinco continentes y compartiendo el escenario con figuras como Mercedes Sosa, Astor Piazzolla, Atahualpa Yupanqui, Richard Galliano y el tenor español José Carreras, dicen en su revisión de la base de la Camamé.

En el autor, Barboza deja obras indelebles como “Al Compass of Your Dream”, “Alcanzar el trote” y “Bailantas Chamameseras”. Además, su extensa trayectoria fue reconocida con importantes premios como el “Konex”, el “Gran Premio Du Disque Academie Charles” y el “Doctor Honoris Causa” de la Universidad Nacional del Nordeste en la edición 2024 del Partido Nacional del Chamé.

Un legado musical que trascenderá a las generaciones

La muerte de Raúl Barboza deja un vacío en el Chamamé y en la música popular argentina. Su habilidad para innovar, su dominio en el acordeón y su incansable trabajo como embajador cultural lo convirtieron en una figura inevitable.

El artista, que llevó el sonido de la costa a los rincones más lejanos del mundo, trascendió las fronteras geográficas y musicales, dejando un legado que inspirará a las generaciones futuras y que vivirá en cada una de sus obras, desde las Bailantas Chamameseras hasta los grandes escenarios de los cinco continentes.

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