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¿El estado puede ser tramposo?

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En el contexto de un proceso penal, incluso el individuo más rico, en una lógica donde el dinero es igual al poder, es mucho menos poderoso que el estado que lo persigue. Esta desigualdad intrínseca se basa en dos factores: primero, la estructura institucional que asigna uno de sus tres poderes a la búsqueda del crimen; En segundo lugar, la capacidad de ejercer violencia legítima a través de las fuerzas de seguridad para cumplir con sus propósitos.

Ante esta disparidad, la Constitución de 1853 incorporó los derechos y las garantías para equilibrar el equilibrio: el principio de inocencia y sus derivaciones: oblalización del Estado para demostrar la culpa, la limitación de las medidas de libertad privada durante el proceso, la duda beneficia a los acusados, el derecho a un juez imparcial e independiente, la prohibición del doble juicio, el derecho a un proceso razonable, entre otros.

Manuel Calderón

Hoy quiero parar en dos ejes: el principio de reserva de derecho y el derecho a un proceso regular y legal. El primero impone que el estado no puede actuar arbitrariamente fuera del marco legal. El segundo requiere que, en enjuiciamiento penal, el estado respete la ley en todo momento. Desde 1978, la Corte Suprema de Justicia de la Nación sostiene que el estado, como garante de los derechos constitucionales, debe actuar con un estándar ético que garantice la protección efectiva de las personas (Fallos 303: 357 en adelante).

Principio de inocencia: QEPD

La semana pasada, en esta columna, señalé la evaluación arbitraria realizada por algunos operadores judiciales de circunstancias que no muestran peligro de procedimiento, pero que se utilizan para justificar las prisiones preventivas para las personas sin condena firme. Hoy quiero hablar de otra forma de arbitrariedad, legalidad verdaderamente sospechosa y anti -comportamiento, que involucra ciertos funcionarios judiciales, no todos, sino con quién es el Sayo, para ponerlo.

Causa argrate y dagatti

A finales de 2023, en el caso del notario Argararate para eventos que supuestamente ocurrieron en 2019, se ordenó su detención preventiva. La defensa la interrogó ante el juez de control y luego apeló. La cámara de acusación revocó el arresto y ordenó la libertad, condicionada al depósito de 40 millones de pesos como garantía de que no huiría o obstaculizaría la investigación. Una vez que se depositó el dinero, el fiscal notificó a la libertad … y al mismo tiempo emitió una nueva detención por otro hecho que ocurrió en 2016, sin devolver la garantía.

El 64 % de los jueces de los tribunales provinciales tenían vínculos con los gobiernos que los designaron

Algo similar sucedió en la causa “Dagatti”. Alicio Dagatti, su hijo Ignacio y Luis Mina fueron arrestados el 4 de diciembre de 2024. Unos días después, el juez de control declaró que los arrestos nacer debido a la falta de cimientos y la libertad ordenada. Ese mismo día, el fiscal emitió la detención preventiva. Luego, el juez de control ordenó la libertad de Dagatti para una asociación ilícita bajo fianza de US $ 900,000. El fiscal lo detuvo nuevamente, esta vez debido a la comercialización de carne en mal estado. La libertad acaba de darse cuenta días después, después de un fuerte llamado para la atención del juez.

Finalmente, en la investigación contra el asesor legal Eduardo Caiero, mientras que el secreto resumido, se filtró el requisito de instrucción del fiscal, incluidas las conversaciones privadas sin enlaces con el caso.

Estos episodios son frecuentes. Y debe ser claro: si estas personas son responsables de algún delito, deben ser castigadas. Pero ese propósito, valioso y legítimo, no justifica que el estado haga trampa. No es suficiente para ser más fuerte, más rico y más poderoso que cualquier ciudadano: la ley y la ética no pueden ser violados para lograr un objetivo.

Vivimos en un estado de derecho, y la preservación de la sociedad que conocemos depende de respetar la ley por parte de todos: para todos los ciudadanos, incluidos jueces, fiscales y abogados. Ocupar una posición de relevancia institucional no da una carta blanca para la arbitrariedad. La justicia en un caso específico no puede implicar ignorar la ley, porque eso erosiona las bases de la República. Y si esas bases caen, o Dios nos salva.

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