Hace días, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (IACHR) dio un paso histórico: reconoció por unanimidad la atención como un derecho humano autónomo, con tres dimensiones clave: cuídate, ten cuidado y cuenta propia. Esta resolución, inédita en el sistema interamericano, fue promovida en enero de 2023 por el entonces Ministerio Argentino, una agencia que el gobierno actual eliminó ese mismo año.
La trascendencia de este reconocimiento excede lo legal: por primera vez, a nivel regional, se declara que la atención no es un tema privado, doméstico o “natural” de las familias, sino una cuestión de interés público que genera obligaciones para los estados y la demanda de co -respuesta entre todos los actores: estado, mercado, comunidad y familias.
Cuidado, corazón de desigualdades. Todas las personas necesitan atención a lo largo de nuestra vida: en la infancia, en una enfermedad, en situaciones de discapacidad y vejez. Sin embargo, la forma en que estas tareas se distribuyen hoy perpetúa profundas desigualdades.
La atención fue históricamente sostenida invisible, no remunerada y desproporcionada por las mujeres. Esto no solo limita su tiempo disponible para el empleo pagado, sino que condiciona sus trayectorias de trabajo y sus ingresos.
La Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) 2021 de Indec lo confirma: el 91.6% de las mujeres realizan tareas de atención no remunerada, en comparación con el 73.9% de los hombres y dedican un promedio de 6.4 horas al día a estas tareas, dos veces que ellos (3.2 horas); Según las estimaciones del Ministerio de Economía, el valor económico del trabajo de atención no remunerada representaba el 15.9% del PIB en 2020, una cifra mayor que la de muchas ramas industriales.
Estos datos no son un fenómeno local. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) advierte que, a nivel mundial, las mujeres realizan el 76.2% de las horas totales de trabajo de atención no remunerada, que es equivalente a más de 3.2 veces el tiempo que dedican los hombres. Las Naciones Unidas señalan que esta distribución desigual es una de las principales causas de feminización de la pobreza y un obstáculo directo para la igualdad de género.
Un problema público, no privado. La atención no puede seguir siendo un problema “de las familias” y, aún menos, una “responsabilidad natural” de las mujeres. Requiere políticas públicas, infraestructura y marcos regulatorios que reconocen y garanticen los derechos.
La resolución del IACHR proporciona un cambio de paradigma: el cuidado y el cuidado son los derechos humanos que implican obligaciones estatales y responsabilidades compartidas. No es solo la justicia social: es una condición indispensable para el desarrollo.
El papel del estado … y el del sector privado. El estado tiene un papel ineludible: garantizar sistemas de cuidados integrales con servicios accesibles y de calidad, licencias igualitarias, esquemas compatibles con la vida familiar y comunitaria y la protección para los cuidadores, pagados o no.
Pero pensar que el cuidado es solo un problema estatal es un error. Las organizaciones y el mercado también son actores clave. Desde el sector privado, se pueden tomar decisiones que transforman la realidad de millones de personas trabajadoras y sus familias:
◆ Implementar licencias iguales para todos los géneros.
◆ Diseñe esquemas de trabajo flexibles que contemplen las responsabilidades de atención.
◆ Garantía espacios y tiempos de lactancia.
◆ Ofrezca acceso a los servicios de atención para el personal.
◆ Incorporar el enfoque de Co -Responsibilidad en la formación de líderes y equipos.
◆ Mida el uso del tiempo y el cargo de atención en la organización para guiar las políticas.
Estas medidas no son concesiones: son inversiones estratégicas. Los estudios de OIT y OIT muestran que las empresas que adoptan las políticas de respuesta a Co mejoran la retención del talento, aumentan la productividad y fortalecen la reputación.
En un mundo corporativo que busca atraer y retener perfiles altamente calificados, la agenda de atención es cada vez más relevante. La fuerza laboral exige entornos que respeten la vida personal, que reconocen la diversidad y no penalizan la maternidad, la paternidad o el ejercicio de las responsabilidades familiares. Las empresas que no incorporan este aspecto se retrasarán.
Moverse hacia Co -Responsibility requiere que las cargas de atención se diagnostican en su equipo, desarrollen políticas, entrenen y promuevan la integración de la atención como parte de la vida en lugar de frenar la productividad. Hay herramientas para esto.
El cuidado no es solo humano: es estratégico. Aquellos que lo entiendan construirán el futuro del trabajo que queremos mañana.
*Consultor asociado: nodos de consultoría.