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Crítica de adolescencia – Diario Panorama

“Adolescence” cuenta, a través de cuatro episodios en un avión de secuencia, la historia de un niño acusado del asesinato de un socio del instituto.

Por Álvaro Onieva
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No quemamos si ponemos nuestras manos en el incendio diciendo que la ‘adolescencia’ será, si no la mejor serie del año (porque todavía hay mucho tiempo para que el otro elimine la posición que acaba de alcanzar), una de las mejores series de 2025. Recientemente lanzado en Netflix, esta miniserías británicas compuesta por cuatro cuatro capítulos es difícil de digerir, sorprendente y muy, muy poderoso.

Escrito por Jack Thorne (que hace unos días se estrenó en la misma plataforma la notable ‘ciudad tóxica’, la serie móvil y esencial que barre a Netflix con actores de ‘Los Bridgerton’ y ‘The White Lotus’) con Stephen Graham, quien también es el protagonista de la serie, ‘adolescence’ presenta la historia de una niña de 13 años de su instituto de su instituto. En los primeros bares, un grupo de policías entran en la casa de los niños y ve cómo su familia está totalmente en estado de shock. El niño incluso orina sobre el susto.

A partir de ahí, lo acompañaremos a la estación de policía y comenzaremos un interrogatorio, aunque podemos ver el proceso desde diferentes ángulos: cómo los padres digieren una noticia tan inconcebible, cómo lo enfrentan los agentes, cuál es el papel del abogado y, por supuesto, cómo los acusados ​​lo están procesando a medida que avanzan los minutos. Angustia y Shock articulan este primer episodio, que a veces respira con pequeñas conversaciones diarias que dan realismo a la propuesta.

Sin ingresar a los spoilers en la trama y lo que sucede con la acusación, podemos decir que los otros tres episodios viajan no solo los hitos diferentes del caso, sino también que son enfoques desde géneros casi diferentes. El segundo, en la investigación en el Instituto, realiza un análisis sociológico de los jóvenes de ahora y de masculinidad, mientras que el tercero se acerca al thriller psicológico y al cuarto al drama, renovando estas consecuencias del evento, uno para el niño acusado y otro para su familia.

Y además del poder de su historia, la serie se destaca por su propuesta artística: cada uno de los episodios se ha registrado como un plano de secuencia única, una escritura si tenemos en cuenta que hay muchos personajes involucrados (y muchos de ellos niños perfectamente creíbles), cambios en el escenario, algunos disparos aéreos y, incluso, transferencias por carretera. Pero la hazaña técnica no es solo un colgajo estético, sino que aquí ayuda a transmitir la inquietud, para hacernos sentir dentro de la historia que ya no parpadea por un segundo.

Y digo esto, precisamente, sin ser una persona, especialmente un fanático de los planos de secuencia. No tengo nada especial contra él, pero generalmente no se vuelven locos como otras personas. Son coloridos, sí, pero muchas veces se juegan más como un ejercicio de vanidad o una forma de atraer atención que porque son realmente útiles para contar la historia. En ‘True Detective’, por ejemplo, me importa más las conversaciones filosóficas en el automóvil entre sus protagonistas que en el famoso plano de secuencia. Incluso hay momentos que distraen porque inevitablemente vienes a jugar para buscar el punto de corte. Pero aquí, en ‘adolescencia’, el técnico empuja la tensión narrativa.

Si bien el segundo episodio es el más complejo en el nivel de ejecución (un monitoreo de la policía del Instituto con muchos personajes y extras que aparecen), el tercero, con solo dos personajes bloqueados en una habitación, es el más impactante. Realiza una exploración exhaustiva para la psicología del niño principal, pero lo extrapolan a un amplio sector de la sociedad y analiza el machismo estructural desde varios ángulos. Y sorprende, especialmente, para el trabajo impecable del joven actor Owen Cooper (no me sorprendería verlo recolectando un BAFTA), muy bien acompañado por Erin Doherty (‘la corona’).

Por lo tanto, nos enfrentamos a una serie que nos ofrece un viaje intenso para las emociones de sus protagonistas y que pone un tema doloroso sobre la mesa, de una manera que se percibe como nueva. Sí, ‘Teenager’ puede ser la mejor serie del año. Al menos uno de los elementos esenciales.

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