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Afecta al 47% de los hogares, según UCA

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La disminución de la inflación trajo cierto alivio, pero no pudo borrar el impacto acumulado de años de deterioro económico. Esto se reflejó en el último informe del Observatorio de la deuda Social de la UCA (ODSA-UA), que reveló que el 47% de los hogares del país están pasando por una situación de “estrés económico”, una categoría que incluye a aquellos que no pueden salvar o llegar con holgura a fin de mes.

El indicador surgió de la misma encuesta con la que la UCA mide la pobreza y la indigencia, aunque en este caso es una percepción subjetiva basada en la experiencia diaria de las familias. “Es una medida más realista comprender qué viven las casas”, dijo Agustín Salvia, directora del Observatorio y Sociólogo de Conicet.

Los números detrás de la incomodidad social

A finales de 2024, el 36.6% de los hogares eran pobres según los ingresos declarados, mientras que el 8.8% estaban en indigencia. Pero el “estrés económico” cubrió el 47%, lo que demuestra que hay una amplia franja de trabajadores que, aunque técnicamente no son pobres, viven con serias dificultades para apoyar sus gastos básicos.

El fenómeno no es nuevo, pero viene en crecimiento: en 2022, la misma medición marcó el 41.1%, lo que implica un aumento de casi seis puntos en solo dos años. Para los autores del estudio, este deterioro responde a una combinación de inflación, caída de ingresos reales y cambios en los precios relativos que afectaron a sectores sensibles como jubilados, trabajadores informales y empleados públicos.

Las secuelas de la crisis y la herencia estructural

Según Salvia, la pobreza de los ingresos no puede capturar toda la complejidad del escenario actual. “El estrés económico refleja una realidad más amplia, que incluye la imposibilidad de mantener un cierto nivel de vida, más allá del umbral de la pobreza”, dijo.

Los especialistas advierten que, aunque la inflación comenzó a disminuir desde finales de 2023, la reconfiguración del mapa social todavía no permite una recomposición real del poder adquisitivo. Los servicios básicos como la salud, el transporte o la energía, ajustados después de años de congelación, hoy consumen una mayor parte del ingreso familiar, especialmente en los sectores bajos.

Un esfuerzo de recomposición que todavía no llega a todos

Un informe paralelo del consultor Fernando Moiguer dijo que “se percibe una recuperación económica que no llega a todos”. Y si bien hay sectores con mayor capacidad de gasto, como el empleo privado registrado, los trabajadores informales y retirados todavía están retrasados.

La desigualdad en el acceso a bienes y servicios básicos se profundiza, y es uno de los factores que más afecta la percepción negativa de la situación económica, incluso cuando las variables macro muestran señales de mejora.

Cómo afecta la pérdida de ingresos disponibles

Los artículos que más afectan los ingresos disponibles son alimentos, atención médica, medicamentos, transporte y combustibles. El informe también destaca que la formalidad laboral es clave para amortiguar estos efectos: aquellos que tienen cara en blanco enfrentan más recursos, aunque también manifiestan señales de incomodidad.

Desde la UCA insisten en que estos tipos de indicadores deben incorporarse permanentemente en el análisis de la situación social, para no perder de vista la complejidad de un país en el que, incluso en períodos de baja inflación, millones de personas no pueden reconstruir su calidad de vida.

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