Película: Downton Abbey: The Grand Finale
Elenco: Hugh Bonneville, Michelle Dockery, Elizabeth McGovern, Penélope Wilton, Laura Carmichael, Allen Leech, Joanne Froggatt
Director: Simon Curtis
Calificación: 3/5
Tiempo de ejecución: 123 min
La continuación de Julian Fellowes, el aclamado drama de PBS Downton Abbey ‘The Grand Finale’ es adecuadamente grandioso como sugiere el título. La tercera y última película de la serie, esta película existe como un adiós a un mundo que podría no haber sido tan perfecto y adornado como los recuerdos nostálgicos proclaman.
La película está bellamente elaborada, sentimental y pulida en su representación de una época pasada gentil. Esta es una especie de despedida de personajes muy queridos a una audiencia devota que ha estado siguiendo la serie y las películas a lo largo de los años.
La película básicamente se centra en la transferencia de Legacy de una generación a la siguiente. Es un retrato pulido de una era sacudido por dificultades financieras y costumbres de rápido cambio.
Esta es la entrega final en la trilogía de películas que fueron comisariadas como servicio de fanáticos.
Las dificultades personales y financieras están en el horizonte. Lady Mary está a punto de ser declarada paria, mientras que el patrimonio de Crawleys está en el camino hacia la ruina financiera. El hogar ahora lidia con la amenaza de la desgracia social. ¿Los Crawleys adoptarán el cambio y permitirán que la próxima generación llevara a Downton Abbey al futuro?
Esta es una representación digna, simpática y gentil de una sociedad basada en clase a principios del siglo XX. No hay un drama elevado en el que avanza. Solo las circunstancias y decisiones que cambian rápidamente que causan mucha incomodidad.
La condesa de la viuda Violet Crawley (Maggie Smith) falleció y Lady Mary Talbot (Michelle Dockery), que está a punto de divorciarse de su esposo, asumirá ese papel. La posición social de la familia está bajo amenaza y las dificultades financieras comienzan a acelerar la generosa fortuna que la condesa de la viuda había dejado atrás. Robert Crawley (Hugh Bonneville) se deja reflexionar sobre cómo se ve el futuro de su patrimonio.
La hermosa estética de la abadía es como una jaula dorada dentro de la cual sus residentes comienzan a tambalearse en su propia existencia intrascendente. La belleza es su propósito y cuando el dinero se vuelve escaso, el orden de las cosas comienza a cambiar drásticamente. Si bien la película es una especie de elegía para una época pasada, también rinde homenaje a la difunta Maggie Smith que interpretó a la condesa de Dowager con Elan.
El diseño de vestuario de Anna Robbins es adecuadamente evocador de los cambios traídos por el paso del tiempo. El diseño de producción es rico y pulido. Las actuaciones del conjunto son un acto de clase. El director Simon Curtis se las arregla hábilmente para extraer modales y costumbres mientras enuncia la clase y el legado. La narración se mueve a un ritmo majestuoso y la resolución final es satisfactoria, ya que permite que la vinculación de todos los cabos sueltos.
El diálogo es agudo e ingenioso, y los dramáticos conflictos se desarrollan suavemente. Simon Curtis y el guionista Julian Fellowes deben ser acreditados por haber hecho un drama brillante que resuena en todo momento.