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Gritó un gol de Platense para mí

Resulta que Platense es campeón y recuerdo ese objetivo. Un objetivo que no vi, que no recuerda ningún fan, que ni siquiera sirvió para ganar un juego. Un objetivo sin repeticiones o fotos en el gráfico. Un objetivo ingenuo. Pero es un objetivo que contiene una historia trágica y conmovedora. Un objetivo de que Pure Caprice me parece que fue el más gritando en los calamares hasta que el domingo pasado Guido Mainero giró para entrar en la historia.

Tal vez sea porque conozco a pocos fanáticos de Platense con quienes compartir su felicidad o porque ahora hacer horror es genial, la verdad es que el calamar sale campeón y en mi memoria el recuerdo de esa historia que Andrés Burgo dijo en su libro River para Felix sobre ese objetivo en ese objetivo en ese juego olvidado que se jugó hace 49 años se activó.

Burgo dice que el 3 de junio, 76 un grupo de tareas secuestran a Jorge Mario Ramón, trabajador de Nestlé y militante del PST, y lo lleva a Campo de Mayo. Allí, después de los interrogatorios, los golpes y la tortura de rutina, conoce a dos hermanos con quienes comienza a hablar. Lanzado en un colchón imposible, encapuchado y con las manos y los pies atados, Jorge y los dos niños comparten episodios de sus vidas. Y hablan de fútbol. Los hermanos son fanáticos de Platense y, aunque Jorge es fanático del río, había criado en Saavedra y tiene cierta afinidad con el calamar.

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Después de dos semanas de tormentos, los represores anuncian a Jorge que lo libere. Antes de salir de Campo de Mayo, se despide de sus compañeros de celda y uno de los hermanos, a quien nunca vio su rostro o supo su nombre, pregunta: “Flaco, vas a comenzar, así que promete que vas a la corte para gritar un gol de Platense para mí”.

Cuando Jorge sale, apenas puede caminar como resultado de la tortura. Se necesitan tres meses para recuperarse. Tan pronto como tiene éxito, cumple su promesa. El domingo 3 de octubre, Platense recibe San Martín de Mendoza para el torneo nacional. Hace cinco años perdió el estadio de Manuela Pedraza y Cramer, por lo que juega en casa en Ferro Court. Ahí va Jorge, para mirar un juego alienígena, para gritar un gol para otro.

Platense descansa con una derrota por 1-0. Pero a los 2 minutos de la segunda mitad lo ata. Jorge explota en la galería. Habla un grito, una explosión de alivio y dolor. No es una celebración, no es una celebración: es un grito de furia, de confinamiento, de resistencia. Un gol con el llanto, con una capucha, con ausencia, un objetivo justo y necesario, un gol alienígena que Jorge hizo el suyo. Ese objetivo que convirtió a un Osvaldo Morelli, defensor de los calamares, comienza la ira de su garganta.

Fue una desesperación del grito que Jorge termina desmayado entre los asientos de los puestos. Tienen que asistir entre tres o cuatro compañeros de Tribuna. Tal trance no le había causado un objetivo de Beto Alonso o aquellos que vendrán de Enzo lo causarán.

Resulta que Platense es campeón y me hace feliz por el tanque, por Silvio y por un poco más, pero no es todo: Platense es campeón y me gusta pensar que esos diez mil fanáticos que viajaron a Santiago del Estero gritaron el objetivo de Mainero también en nombre de ese fan sin nombre y sin destino.

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