Home Noticias Locales Él creía que estaba salvando una vida, pero en realidad estaba devolviendo...

Él creía que estaba salvando una vida, pero en realidad estaba devolviendo un milagro

10
0

Toda buena acción que realizamos deja una marca invisible en el ADN del universo. Cada gesto de bondad, cada acto desinteresado, crea una energía, un ángel.

Esa energía toma forma en personas que aparecen en nuestras vidas para iluminar, levantarse y establecer nuestras manos cuando más la necesitemos. Son nuestra familia, nuestros amigos, aquellos extraños que actúan sin esperar nada a cambio. Pero, ¿y si ya has sido ese ángel para alguien?

En Hebrón, dos soldados patrullaron las calles cuando un disparo rompió el silencio. Uno de ellos reaccionó al instante: “¿De dónde viene?” Preguntó, alerta. “En Hebrón siempre disparan”, respondió el otro, restando importancia. No vale la pena descubrirlo. Pero el primer soldado no podía quedarse quieto. Algo dentro lo llevó a actuar.

La historia del agricultor y la roca: no confundas tu misión

Sin pensarlo dos veces, comenzó a correr, ignorando las advertencias de su compañero. Mientras progresaba, el otro gritó: “¡No te vayas! ¡Es peligroso! ¡Hebrón está lleno de terroristas!” Unas pocas cuadras, encontró a un soldado israelí que yacía en el suelo, cubierto de sangre. Sin dudarlo, lo levantó y corrió con él en sus brazos hasta que encontró un automóvil. Lo subió y lo llevó al hospital.

Al llegar, esperó a que los médicos se contactaran con los padres de los heridos y, sin buscar aplausos, premios o medallas, desaparecieron. Él solo hizo lo que su corazón dictó.

Los padres del soldado herido llegaron al hospital desesperado. Gracias a Dios, los médicos lograron estabilizarlo. Poco a poco, el joven comenzó a recuperarse. Pero una vez que se superó la angustia, los padres tenían una nueva misión: encontrar al héroe que había salvado a su hijo.

Sin embargo, nadie sabía nada. Sin otra opción, decidieron colgar un póster en su minimercado: “A quien salvó la vida de nuestro hijo: queremos darle un abrazo y un agradecimiento. Si alguien sabe algo, por favor ayúdanos a encontrarlo”.

Las semanas no pasaban respuesta. Hasta que un día, un hombre ingresó al mercado, vio el póster y se acercó a los propietarios:

“Sé quién es el soldado, dijo. Estaba con él esa noche. Si hubiera sido para mí, tu hijo no estaría vivo. Le dije que no se preocupara, que Hebrón siempre activa. Pero no me escuchó. Corrió sin parar, sin temor. Es humilde. No quiere reconocer, pero … hablaré con él. Dame un día.

Al día siguiente, el hombre regresó acompañado por el soldado. Tan pronto como lo vieron, los padres heridos lo reconocieron. Corrieron para abrazarlo, agradecerle: “¡Gracias! ¡Gracias por salvar la vida de nuestro hijo!” El soldado, incómodo y avergonzado, miró hacia abajo y dijo: “No hice nada especial. Solo cumplí mi deber. Pero, si me permiten, quiero decirles algo”.

Cómo superar los fracasos y lograr sus sueños: dos historias que te inspirarán

El ambiente estaba lleno de un expectante silencio. El soldado respiró profundamente y comenzó con una historia. “Hace muchos años, había una pareja joven. El hombre no tenía trabajo. Luchaban todos los días para sobrevivir. El propietario de un mercado le preguntó al hombre cuándo iban a tener hijos. ¿Cómo voy a tener un hijo si no tenemos que comer?

Los padres lo miraron con asombro, con los ojos llenos de lágrimas. Luego, reanudó la historia antes de una respiración profunda y mirando al propietario del mercado:

– Esa pareja eran mis padres. Yo era ese niño. Y tú, tú eras el dueño del mercado. Eras un ángel para mi familia. Hiciste posible que yo naciera. Y hoy, sin saberlo, creaste el ángel que él salvaría a tu propio hijo.

El propietario del mercado se echó a llorar. En ese momento, entendió que cuando extendemos nuestra mano a alguien, estamos sembrando las semillas de nuestro propio milagro.

Cuando nos reímos, creamos ángeles de risa. Cuando nos enojamos, lanzamos las olas que inevitablemente regresan. Hay cosas que no podemos ver con los ojos, pero son las energías que mueven al mundo.

La cuenta es pagada por nietos

En hebreo, la palabra para dar es Natan, un palíndromo que lee igualmente de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. ¿Porque? Porque lo que das, de una forma u otra, vuelve a ti.

Lo mismo ocurre con las palabras creación y reacción, que comparten las mismas letras, recordándonos que lo que creamos, lo que hacemos, genera una reacción a nosotros.

Y aquí es donde entra las tonterías humanas más grandes: pensar que podemos sembrar una cosa y cosechar otra. En el mundo de la agricultura, sería una locura plantar semillas de tomate y esperar naranjas. Lo que una siembra solo puede florecer.

Entonces, ¿por qué somos tan ingenuos de pensar que podemos sembrar odio y recibir amor? Siembra miedo y recibe la paz? Lo que siembras es lo único que puedes cosechar. Lo mismo, y en abundancia.

Por lo tanto, preste atención: ¿qué si siembras en el universo? ¿Quejas, ira, envidia? ¿O amor, gratitud, compasión y paciencia? Cuando siembras bondad sin esperar nada a cambio, el destino es responsable de devolverlo en el momento más inesperado.

Porque como dice un antiguo proverbio: “El eco de sus acciones siempre encuentra el camino de regreso”.

Que tengas un hermoso fin de semana.

Rafael Jashes – Rabino