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Evitar la IA es difícil, pero nuestra libertad de optar por no participar debe protegerse

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Crédito: dominio público Unsplash/CC0

Imagine solicitar un trabajo, solo para descubrir que un algoritmo impulsado por la inteligencia artificial (IA) rechazó su currículum antes de que un humano lo viera. O imagine visitar a un médico donde las opciones de tratamiento son elegidas por una máquina que no puede cuestionar.

Esto no es ciencia ficción. Se está convirtiendo en una realidad para muchas personas hoy. AI da forma silenciosamente a casi todas las partes de nuestras vidas, desde las noticias que leemos elegidas por AI hasta cómo nuestras ciudades manejan el tráfico. AI promete conveniencia, productividad, innovación y eficiencia.

Pero a medida que se vuelve más poderoso, una pregunta urgente es pasarse por alto: ¿las personas tienen derecho a vivir libre de la influencia de la IA?

Excluido de la vida moderna

Optar fuera de la IA no es un asunto simple.

AI potencia sistemas esenciales como la atención médica, el transporte y las finanzas.

También influye en las decisiones de contratación, aplicaciones de alquiler, préstamos, calificación crediticia, alimentos en las redes sociales, servicios gubernamentales e incluso qué noticias o información vemos cuando buscamos en línea.

Las decisiones desafiantes tomadas por la IA en su vida pueden ser enormemente difíciles, y solo pueden hacerse en la corte. Es aún más difícil elegir vivir sin IA por completo, ya que esto requiere alejarse de gran parte de la vida moderna. Por ejemplo, los usuarios australianos de las plataformas de redes sociales de Meta no pueden optar por no tener sus datos utilizados para capacitar a los modelos de IA de la compañía.

Una división creciente

Los sistemas impulsados ​​por la IA son sesgados. Las herramientas de contratación automatizadas favorecen ciertos datos demográficos, y la puntuación crediticia con IA puede negar injustamente los préstamos.

Estos sesgos no son solo teóricos, sino que son reales y están presentes en nuestras interacciones diarias. Si AI se convierte en el guardián de los servicios esenciales, aquellos que eligen evitarlo podrían enfrentar desventajas significativas.

En muchos países donde los sistemas digitales se están expandiendo rápidamente, una gran parte de la población lucha por adaptarse a estas tecnologías. Por ejemplo, en India, solo el 12% de las personas mayores de 15 años se consideran alfabetizadas digitalmente, destacando los desafíos de los cambios tecnológicos.

Muchos enfrentan la exclusión simplemente porque no encajan en el modelo definido por AI. En estos casos, la opción de salir de la IA ya no es una elección personal, pero es una cuestión de supervivencia en un mundo que cambia rápidamente. La división entre aquellos que abrazan la IA y los que quedan atrás se está ampliando y se convierte en una barrera social.

No se trata solo de sesgo o ineficiencia. Se trata de la transformación fundamental de nuestra sociedad, donde dominan las sombras conectadas, optimizadas y legibles a la máquina, y el resto de nosotros quedamos en las sombras.

Una lección de control

La historia del aprendiz del hechicero, un poema de Johann Wolfgang von Goethe escrita en 1797, es un poderoso recordatorio de los peligros de desatar fuerzas que no podemos controlar.

En el cuento, un aprendiz usa magia para realizar tareas, pero pierde el control de la escoba encantada, lo que lleva al caos y al desastre. Hoy, la IA es esa fuerza incontrolable. Tiene el potencial de facilitar la vida, pero también plantea graves riesgos cuando se sale de control.

El problema no se trata solo de seguridad sino de la libertad. El aprendiz del hechicero nos enseña, como ha escrito el historiador Yuval Noah Harari, para “nunca convocar un poder que no puede controlar”, un recordatorio de que incluso los avances bien intencionados pueden salir de control si no los manejamos correctamente.

A medida que AI se vuelve más incrustada en nuestras vidas, el problema no se trata solo de si funciona. Se trata de si tenemos derecho a decidir cuánto queremos en nuestras vidas. La libertad de elegir, optando, es esencial para preservar nuestra autonomía en la era digital.

¿Qué necesita cambiar?

Para proteger el derecho a vivir una vida libre de la influencia constante de la IA, debemos actuar ahora.

Si bien la mayoría de los marcos de gobernanza de IA enfatizan el uso responsable, centrándose en la equidad, la transparencia y la responsabilidad, a menudo pasan por alto un principio vital: el derecho a desconectarse de los sistemas de IA por completo sin enfrentar la exclusión o desventaja.

Los gobiernos, las empresas y las comunidades deben crear políticas que no solo regulen la IA sino que también respete las libertades individuales. Las personas deben tener la opción de vivir sin IA, sin enfrentar la discriminación o la exclusión de los servicios esenciales.

La toma de decisiones de IA también debe ser más transparente. Ya sea que se trate de contratación automatizada, atención médica o servicios financieros, la IA debe ser comprensible, responsable y abierta al escrutinio. Ya no podemos permitir que estos sistemas operen a puerta cerrada, tomando decisiones que afectan la vida de las personas sin recurrir para las personas involucradas.

Finalmente, la sociedad debe invertir en alfabetización digital. Todos deben entender los sistemas que afectan sus vidas y tienen las herramientas para desafiarlos cuando sea necesario. Asegurar que las personas sepan cómo navegar y controlar las tecnologías que dan forma a su mundo es esencial para mantener la libertad en la era digital.

Una pregunta urgente

Algunos pueden preguntar, ¿por qué no simplemente agregar un interruptor de asesinato a la IA y apagarlo si es necesario? Pero una vez que la IA se entrelaza en sistemas cruciales como la atención médica, el transporte o la comunicación, ya no es algo que simplemente podamos apagar.

Al igual que la electricidad o Internet, se convierte en una parte central de la vida moderna, no fácilmente reversible sin una interrupción importante.

Entonces, a medida que AI se extiende más en cada rincón de nuestras vidas, debemos preguntar con urgencia: ¿todavía tendremos la libertad de decir que no?

Si no actuamos ahora para proteger el derecho a elegir, arriesgamos un futuro donde la autonomía personal se vea comprometida y la influencia de la IA no se controla. La pregunta no es si podemos vivir con AI, sino si aún tendremos derecho a vivir sin ella antes de que sea demasiado tarde para romper el hechizo.

Proporcionado por la conversación

Este artículo se vuelve a publicar de la conversación bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.

Cita: Evitar la IA es difícil, pero nuestra libertad para optar por no participar debe protegerse (2025, 7 de mayo) recuperada el 7 de mayo de 2025 de https://techxplore.com/news/2025-05-ai-hard-freedom-opt.html

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