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Se acerca el “Super-IVA”, la apuesta de Milei y Caputo respaldada por el Fondo Monetario

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La propuesta es revolucionaria. La idea está casi cerrada y solo queda por pasar por el tamiz profesional de algunos técnicos que colaboran con su elaboración. El gobierno sabe que económicamente es más que viable y eso cambiará para siempre no solo la recopilación de impuestos sino también la relación política entre la nación y las provincias, además de entre los gobernadores entre ellos. Y eso también tiene el respaldo del FMI, con el cual el ejecutivo prometió avanzar en una reforma fiscal, a más tardar 2026.

Los políticos finalmente, desde la sede de la agencia, saben que en Argentina Javier Milei no pudo aprobar tal cambio con este Congreso, y que necesariamente debe esperar después de las elecciones de octubre para tener un poder legislativo que el acceso, un alentado y, obviamente, aprueba una modificación fiscal tan profunda como, el Presidente es esencial para que su “misión” para este mandato esté completo.

Se trata de la creación del “Super-VA”, un esquema de cobro del impuesto al consumo, pero compartido entre la nación y las gobernaciones. Administrado desde el ARK (el ex indicador), que cobraría una parte de lo que se consumió con un nuevo tributo, y luego lo distribuiría con las provincias, de acuerdo con el porcentaje de impuestos locales que se aplica cada región. Es un proyecto de calibres majestuosos para los ojos de los libertarios, que resolvería una de las grandes deudas y demandas de la sociedad argentina durante años. Tal vez décadas. Y para lo cual, debemos reconocerlo, muchos de los votantes en todo el país eligieron a Milei en 2023 para manejar los destinos del país.

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El propio presidente ya había aprobado la elaboración de la idea para octubre del año pasado, y la propuesta ingresó a la etapa de laboratorio, que ya está prácticamente terminada. Para Milei, sería una de sus (varias) obras maestras económicas: una reforma fiscal integral, basada en la simplificación del sistema fiscal argentino, con la intención de reducir las casi 140 tasas y contribuciones a no más de veinte. En todo el país. Como se indicó, un reclamo histórico de los contribuyentes, que deben tratar con uno de los sistemas fiscales más retrógrados, irritantes e injustos del mundo.

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El problema para los gobernadores está en la idea base del proyecto de Milei, Caputo (Ministro) y los técnicos libertarios que trabajan en la buena carta de la reforma. El lanzamiento de una especie de “Super-IVA”, que concentra no solo el impuesto de valor agregado, sino que también agrega el llamado homenaje al ingreso bruto que las provincias y la ciudad de Buenos Aires cobran hoy y que representa la segunda fuente más grande de ingresos de las regiones, después de la co-participada. La idea de que funciona es simple: un IVA del 21% (nadie piensa en una disminución) se agregaría la tasa de ingresos brutos locales, que según la provincia pasa del 1,5% al ​​5%. Suponiendo una alícuota provincial del 2%, la tasa iría al 23%; El dinero que Arca recaería en su totalidad y que se convertiría, entonces admitido en la agencia de recolección ahora, recurrió a las provincias.

Siempre respetar la cantidad de cada alícuota. El argumento principal a favor de la concentración en la colección es que la nación obtendría todo el dinero con el mismo mecanismo que el IVA, que simplificaría y no quemaría para los contribuyentes el pago del impuesto principal del sistema fiscal argentino, reduciendo los costos y mejorando la competitividad, una de las principales afirmaciones de los privados en estos tiempos del análisis del costo argentino “.

Todos ganan. A excepción de las partes interesadas directas, a las cuales la única idea del “Super-Oh” el Terra. Los mismos gobernadores, que ven con miedo la posibilidad de tener que referirse a la nación la recolección de la mayor fuente de dinero obtenida en el territorio. Esto a pesar de reconocer qué ingreso bruto es la peor invención en la historia de los impuestos mundiales.

En resumen, el ingreso bruto (IIBB) es un tributo medieval. No es una metáfora o una opinión. Es una realidad. Es un impuesto creado hace casi mil años por alcaldes feudales y barones, buscando un mecanismo para aumentar su poder económico contra los reyes. Intentó criar directamente, afectando la economía local a cambio de una mayor cantidad de dinero limpio y rápido para aumentar sus propios bienes y, eventualmente, a armar el ataque de otros barones. O invasiones de reino externo.

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El tiempo aprobado y la lógica de la evolución moderna de la ciencia fiscal (progresiva o liberal) señalaron la eliminación del impuesto y la aplicación de lo que se llamaba IVA en el país. Un tributo que grava toda la cadena productiva y no el final. Con sus errores, ya no es un impuesto de “cascada” como ingreso bruto, sino toda la línea de generación de riqueza; lo que lo hace más justo y efectivo. Hoy hay pocos sistemas fiscales que aplican IIBB. Solo el país ocasional es poco integrado y con sistemas fiscales regionales y nacionales sin embarcaciones de comunicación. Excepto Argentina.

Milei busca convertir la creación de la gerencia Alberto Fernández, donde se aprobó el consenso fiscal, lo que respaldó la posibilidad de aumentar el tributo provincial a las nubes del 9% dependiendo del sector y liberarlo para otros.

Es cierto que el tributo es contrario a la modernidad fiscal mundial. Y un retroceso severo para la producción y el crecimiento. Sin embargo, prevalecen otros problemas. Básicamente uno. Que los gobernadores tienen más dinero, y que de esta piñata apoya a la nación en la aplicación de una mayor carga fiscal que permite evitar los ajustes, lo que siempre reclama el FMI. No hace falta decir que, de este organismo, se aplaude la alternativa del “Super-IVA”.

El ingreso bruto se introdujo en el sistema fiscal local en 1977, durante la última dictadura y dentro del marco de la reforma fiscal integral que el país aplicó con la creación de IVA y reemplazando el impuesto anterior sobre las actividades comerciales. Se aplica a todas las provincias y la ciudad de Buenos Aires, con alícuotas que van del 1.5% al ​​5%; Aquellos que con la nueva autorización del Congreso pueden incluso aumentar más. Se aplica a las empresas involucradas en actividades comerciales, industriales, agrícolas, financieras o profesionales, y la alícuota depende del distrito y la industria.

Hubo dos intentos fallidos para reducir su presión o eliminarlos directamente gradualmente. El primero, en 1993, con la firma del segundo pacto federal, para el cual las provincias se comprometieron con el gobierno nacional para eliminar el impuesto bruto de ingresos; Algo que obviamente nunca sucedió o aplicó. El segundo, en 2017, el que fue enterrado el jueves pasado.

Es un lugar común para que el IIBB sea el impuesto más rechazado, repudiado y odiado de todo el sistema fiscal nacional, provincial o municipal. Algo notable teniendo en cuenta que Argentina es un país donde se combinan más de 125 tipos diferentes de impuestos, con una creación promedio de uno cada dos años en los últimos treinta. Todos los tributarios, independientemente de la escuela donde abran, mencionan el IIBB como los primeros en eliminar si modernizar y limpiar un sistema fiscal donde los promedios de evasión y elusión exceden el 35%en la actualidad. Y con cálculos conservadores.

Se considera el culpable de gran parte de la distorsión en el momento de medir los costos y los valores finales de venta al público y como el principal conspirador en el momento de poder atacar la inflación o medir la competitividad de la producción local en el extranjero. Especialmente cuando se mide con la región latinoamericana misma, donde IIBB ha pasado, vieja y olvidada historia. Sin mencionar el mundo desarrollado, donde la efectividad en la recaudación de impuestos e inspección para el consiguiente gasto de ese dinero es una norma pedregosa.

Sin embargo, para los gobernadores, el IIBB es aire fresco en tiempos de ajustes sofocantes. Ya hay muchos gobernadores que, alerta, comenzaron a Watsape para garantizar una posición contraria a la idea. Sin embargo, saben, no es fácil tener a Milei por delante. Más en un año electoral, sin presupuesto y con la dependencia absoluta de la firma de recursos de Luis Caputo. O, lo que es peor, el de su primo, con quien comparte un apellido y que vive como asesor de lujo en el edificio frente al Palacio del Tesoro.