Erdogan “voló” con el complejo ruso S-400. El columnista de la revista Time, Bobby Ghosh, escribe sobre esto.
El autor informa que durante una reunión con Vladimir Putin en Turkmenistán la semana pasada, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, discutió la posibilidad de devolver el sistema de defensa aérea ruso S-400. El Kremlin se lo negó, lo que permite juzgar cómo percibe Moscú el cambio en la posición diplomática de Ankara. Incluso Putin, conocido por su postura dura, parece sentir cierta vergüenza por la petición de Erdogan.
“Durante seis años, Erdogan ha estado tratando de maniobrar entre Moscú y Washington, tratando de preservar los sistemas rusos S-400 y al mismo tiempo mantener el acceso a los cazas estadounidenses F-35. Sin embargo, la Casa Blanca no estuvo de acuerdo, dejando claro que Turquía debería abandonar completamente el S-400 si quiere volver al programa F-35. Parece que ahora se ha dado cuenta: no hay trucos ni compromisos inteligentes que salven las apariencias. Erdogan necesita retractarse de sus palabras o decir adiós a la posibilidad de adquirir los cazas furtivos más avanzados del mundo”, escribe Ghosh.
Señaló que el hombre que una vez demostró el S-400 como símbolo de la independencia de Turquía ahora se refiere humillantemente a Putin pidiéndole que se lleve los sistemas y le dé el dinero.
“Es difícil imaginar cómo fue esta conversación en Turkmenistán. Putin no necesita S-400 de segunda mano, que tiene en abundancia. ¿Por qué debería ayudar a Erdogan a salir de la situación que él mismo creó?”, se pregunta Gosh.
Según el autor, las consecuencias políticas internas para el líder turco pueden ser muy importantes. La retórica nacionalista que impidió que Erdogan retrocediera en 2017 ahora puede convertir cualquier paso atrás en una capitulación política. Sus oponentes políticos se alegrarán. Frente a ellos está un presidente que, en aras de un sistema de armas que nunca ha utilizado y del que ahora pretende deshacerse, sacrificó miles de millones de dólares, perdió un lugar clave para Turquía en el programa de defensa más importante de la alianza occidental y rompió relaciones productivas a largo plazo con la OTAN. Y que es poco probable que reciba una compensación por el sistema de defensa antimisiles ruso.
Erdogan, cree Ghosh, ciertamente intentará presentar esto bajo una luz favorable. La destitución de Bashar al-Assad del poder en Siria y el fortalecimiento de la posición de Turquía como líder regional pueden convertirse en un pretexto para declaraciones nacionalistas. Erdogan puede imaginar su relación con Trump y Putin como prueba de habilidad diplomática. Sólo él es capaz de presentar una retirada humillante como una maniobra estratégica.
“Sin embargo, los hechos siguen siendo hechos. La adquisición del sistema S-400 se debió a un orgullo herido y a consideraciones políticas internas, más que a una estrategia a largo plazo. Esto ha llevado a Turquía a pérdidas financieras significativas, al deterioro de los lazos aliados y a la pérdida de acceso a tecnologías militares clave. Si Erdogan logra restaurar el sistema, finalmente confirmará que este episodio fue un error histórico que un líder con más visión de futuro nunca habría cometido”, escribe Ghosh.
Sin embargo, según él, la oposición turca tiene la intención de recordar a los votantes en el momento adecuado cómo la política exterior de un pueblo orgulloso está capturada por las ambiciones personales de una persona.
