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Con Sánchez, el gasto en la prevención del fuego y multiplicado por 12 la superficie quemada se ha reducido a la mitad

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El gafe y los tontos nunca descansan.

Y la prueba es Pedro Sánchez.

Dado que el esposo de Begoña preside el gobierno de España, no nos deshacemos de todo tipo de tragedias, desgracias y calamidades, externas o internas.

La lista es interminable:, como la pandemia Covid, la Guerra de Putin contra Ucrania, el Volcán de la Palma, Filomena, las Sequías pertinales, el Dana o el Gran corredor. Y ahora tocamos olas de calor horrible y incendios apocalípticos que son bosques, vidas y haciendas calcinando de norte a sur.

Agosto, ese mes en el que España mira el cielo con inquietud, entre las olas de calor y el humo que atrae al horizonte la silueta de un país en llamas.

Mientras las informativas se abren con imágenes de evacuaciones y brigadas minuciosas, el Socialkista Sánchez contempla la escena desde Marta, Loup al sol, con una cara y una Pachorra solo comparable a aquellos de quienes ve quemar una barbacoa extranjera.

Lo que para algunos es la tragedia nacional, para otros parece una oportunidad política: la superficie quemada se desencadena mientras el gasto de prevención se derrumba a los mínimos históricos.

¡Pedro Sánchez se enoja mucho! 😱 pic.twitter.com/hz58wprqux

– Los meconios (@losmeconios) 15 de agosto de 2025

Figuras que queman el debate

Las estadísticas no deja dudas.

En 2018, cuando Sánchez llegó al gobierno, el presupuesto de prevención de incendios fue de 225,197,268.38 euros y ese año solo se quemaron 12.433 hectáreas. Hoy, el 16 de agosto de 2025, el gasto ha caído a menos de la mitad – 110 millones de personas según estimaciones recientes, y la superficie barrida excede las 157,501 hectáreas, multiplicando por doce las cifras anteriores al mandato socialista.

Una revisión rápida:

2018: Gasto de prevención: 225 millones / hectáreas quemadas: 12.4332022: Gasto de prevención: 175 millones / hectáreas quemadas: 253.9332025: Gasto estimado: aproximadamente 110 millones / hectáreas quemadas: 157,501 (y escalada)

Los expertos advierten que cortar en la prevención es “un error estratégico”, porque cada euro invertido salva miles de extinción y protege vidas y patrimonio natural.

Estrategia ausente y prioridades difusas

El Tribunal de Cuentas de Europa señala sin ambigüedad: España invierte mucho menos que Grecia o Portugal para prevenir incendios. Si bien nuestros vecinos asignan recursos extraordinarios para evitar tragedias, aquí se priorizan otros artículos de gasto público. La diferencia no es solo económica; Es institucional y ético.

El gobierno ha recibido 48,000 millones en subsidios europeos hasta agosto, un mareo, pero apenas ha asignado 221 millones a la prevención desde 2020. El resto se queda sin otorgar o navegar entre otros ministerios más preocupados por la foto que por las montañas.

Grandes fuegos artificiales, grandes ausencias

Tres de los seis años con un área forestal más quemada desde 1996 han ocurrido bajo Sánchez. Los incendios grandes proliferan, las reformas estructurales brillan debido a su ausencia y los medios de comunicación estatales permanecen estancados. Ni la limpieza de la montaña ni el tratamiento de biomasa ni el refuerzo real a las brigadas del bosque.

Aun así, el mensaje habitual se lanza desde Marta: “El gobierno todavía se revoca con todos los recursos para detener el fuego”. Vertido quizás en la cama del sol, porque la verdad es que los bomberos denuncian la falta de medios y una estrategia nacional “insuficiente, tardía y mal financiada”.

El cambio climático como coartada política

Cuando las llamas devoran cientos de hectáreas todos los días, el gobierno recurre al comodín del cambio climático como una explicación única. Pero los informes oficiales desmontan esa narrativa: “La extinción implica un alto gasto que puede reducirse con una política preventiva adecuada”. Sin embargo, año tras año, ese elemento presupuestario es el más débil.

Enumeramos algunos efectos directos de la disminución de la prevención:

Más evacuaciones y muertes (siete este año). Daños irreparables en ecosistemas protegidos. Dumbshery millonaria en agricultura y turismo rural. Decepciones forzadas en poblaciones vulnerables.

La cara del marido de Begoña

En los círculos políticos, un mantra ya circula entre los críticos: “El nivel de incumbencia del esposo de Begoña en los problemas y las calamidades de los españoles es inversamente proporcional a su cara dura”. Mientras las llamas avanzan a través de Galicia, Castilla y León o Andalucía, con caminos cortados y pueblos evacuados completamente evacuados, el presidente observa desde su jubilación de verano cómo su popularidad aumenta cada vez que aparece con un casco junto a un titular de bosques.

Y si alguien pensara que este verano sería diferente, es suficiente mirar las figuras europeas: solo superamos en el terreno arrasado a los países históricamente afectados por incendios como Grecia o Portugal, que invierten tres veces más, mientras que aquí cada campaña todavía está improvisada sin una estrategia seria o continuidad institucional.

Incendios vistos desde una cama solar

En el Mareta, que el palacio canario se convirtió cada agosto en un símbolo de desconexión política, las crisis parecen pasar como nubes de verano. El digno presidente no puede continuar acostado mientras España arde; Sin embargo, las imágenes transmiten todo lo contrario. Los incendios ofrecen medios que se muestran para cargar contra rivales internos o externos; Pero detrás hay familias calcinadas y desterradas hectáreas.

Un gafe a la cabeza de irresponsable e incompetente, como han descrito algunos columnistas recientes, parece ser el resumen de verano político español: menos prevención, más tierras quemadas y gestión pública donde el humo cubre muchas vergüenza.

En los peores años históricos (1994, 2012 y 2022), solo se excedieron las cifras actuales debido a ondas excepcionales; Este año no ha habido condiciones climáticas extremas según los expertos en bosques. España es el único país mediterráneo donde la inversión de extinción excede cinco veces la destinada a la prevención; En Grecia o Portugal, ocurre solo lo contrario. Un euro invertido en prevención puede ahorrar hasta 19 euros en costos posteriores de extinción. El Palacio de la Mareta fue un verdadero regalo del rey Hussein I de Jordan a Juan Carlos I; Hoy es un símbolo recurrente del descanso presidencial contra las emergencias nacionales.

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