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La próxima visita de Netanyahu a Argentina: el país abraza la impunidad, haciendo un pacto con el fascismo

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Buenos Aires: la próxima llegada del primer ministro israelí, acusado por el Tribunal Penal Internacional (CPI) de los crímenes de guerra en Gaza, coloca a Argentina en una encrucijada histórica: defender el derecho internacional o consolidar su alianza con un gobierno fascista y genocida. El silencio del presidente Javier Milei es la complicidad y el desdén por la justicia.

La probable visita de Benjamin Netanyahu a Argentina, programada para septiembre, es una alerta roja, un desafío directo a la justicia internacional y una afrenta a la dignidad humana. Desde finales de 2024, el primer ministro israelí ha estado bajo una orden de arresto de la CPI por crímenes de guerra en Gaza. Este no es un tecnicismo legal o eufemismo diplomático: estamos hablando de bombardeos sistemáticos, ataques deliberados contra mujeres y niños, hambre utilizada como arma de guerra y más de 61,000 muertes, en su mayoría civiles inocentes. Además, la brutal represión ha silenciado a casi todos los periodistas que intentan informar de Gaza, borrando voces y ocultando verdades.

Argentina ha sido una parte estatal del estatuto de Roma desde 2001 y ha firmado todos los acuerdos de cooperación con la CPI. Esto significa que si Netanyahu pone el suelo argentino, la ley exige su arresto inmediato. Esto no es una cuestión de voluntad política, es un compromiso internacional ratificado y vinculante.

Sin embargo, el gobierno de Javier Milei, abiertamente fascista y sumiso a las órdenes de Tel Aviv y Washington, ya ha dejado en claro que no levantará un dedo para hacer cumplir la justicia. Prefiere complicidad ideológica con un régimen genocida en lugar de honrar los compromisos con el derecho internacional.

Los manifestantes tienen letreros que denuncian al presidente Javier Milei y al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu en Buenos Aires, Argentina, el 9 de agosto (Francisco Loureiro/Reuters)

La CPI carece de su propia fuerza policial y depende de los estados para ejecutar sus mandatos. Artículo 87, Párrafo 8 del Estatuto de Roma establece que si una parte estatal se niega a cooperar, el Tribunal puede emitir un “hallazgo de no cooperación” y remitir el caso a organismos internacionales como la Asamblea de Partes de los Estados o el Consejo de Seguridad de la ONU. Por lo tanto, Milei corre el riesgo de convertir a Argentina en un país cómplice y protector de los crímenes de guerra.

Las acusaciones contra Netanyahu y el estado de Israel vienen no solo del extranjero. Las organizaciones de derechos humanos israelíes como B’Tselem y los médicos para los derechos humanos – Israel (Phri) han etiquetado la situación en Gaza como genocidio. “Nada te prepara para darte cuenta de que eres parte de una sociedad que comete genocidio”, dice Yuli Novak, director de B’tselem.

En Argentina, una amplia coalición de grupos políticos, intelectuales, maestros, diputados y colectivos de derechos humanos ha repudiado fuertemente esta visita. Bajo el título de “Oprobrium e Ignomininy”, una declaración reciente denuncia la presencia de Netanyahu como una “traición de las mejores tradiciones humanistas de nuestra historia” y un acto de “complicidad con la barbarie”. El texto cuestiona la alineación geopolítica del gobierno argentino con Israel y los Estados Unidos, recordando que la rama ejecutiva ha apoyado abiertamente la estrategia militar de Israel y ha anunciado la reubicación de la Embajada Argentina a Jerusalén, empañando para siempre los valores de dignidad, respeto y libertad.

El Comité Argentino de Solidaridad con el pueblo palestino y sus organizaciones constituyentes han expresado su repudio absoluto: Netanyahu representa un estado genocida y un infractor sistemático del derecho internacional, responsable de miles de muertes, millones desplazadas y la detención arbitraria de más de seis mil palestinos bajo condiciones inhumanas. La brutalidad israelí es una realidad colonialista, segregacionista y antidemocrática, sostenida por el terror y las masacres desde la Nakba en 1948 y la Naksa en 1967 para expulsar y oprimir a un pueblo.

El aislamiento internacional de Israel se profundiza: Francia, España y el Reino Unido han anunciado el reconocimiento del estado palestino, distanciéndose de la agenda estadounidense. Muchos otros países condenan el genocidio, incluidos China, Irán, Rusia, Venezuela y Brasil. México incluso ha ofrecido asilo a los niños huérfanos. Considere estas cifras desgarradoras: según UNICEF, aproximadamente 17,000 niños en Palestina han quedado huérfanos debido a los ataques israelíes. “Los niños representan aproximadamente la mitad de los casi dos millones de residentes de Gaza obligados a huir de sus hogares y buscar refugio en otro lugar”, declaró la agencia. Más de 100 niños de Gazan han muerto de hambre, y otros 90,000 carecen de comida suficiente para sobrevivir.

Mientras tanto, Netanyahu limita sus viajes internacionales, conscientes de que cualquier fiscal en un país miembro de la CPI puede ordenar su arresto. Milei ha elegido un camino irreversible: aliarse con un gobierno acusado de crímenes de guerra, anunciar el traslado de la embajada a Jerusalén y negar la voz de la justicia internacional. Si Netanyahu pone un pie en Argentina, nuestro país enfrentará un espejo despiadado: o respeta la ley internacional que juró defender o se convierte en un refugio abierto para la impunidad y el fascismo global.

(El artículo refleja las opiniones del autor y no necesariamente las opiniones de los tiempos de Teherán).

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