Más información
Este 15 de agosto de 2025, Alaska será el escenario de una cumbre crucial entre Donald Trump y Vladimir Putin, una reunión que está emergiendo como el preludio de la derrota de Volodimir Zelenski.
Las cartas parecen ser emitidas en el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Mientras Trump habla de un posible “intercambio de territorios” para lograr la paz, Zelenski rechaza para ceder, atrapado entre la presión diplomática y la resistencia de su pueblo.
La elección de Alaska, un lugar simbólico para su historia y cercanía a Rusia, no es accidental, y el mundo observa con expectativa de cómo este cara a cara podría volver a dibujar el futuro de Ucrania
Hoy, 10 de agosto de 2025, la política internacional gira en torno a la inminente cumbre entre Donald Trump y Vladimir Putin en Alaska.
La reunión, programada para el próximo viernes, marcará la primera cara entre ellos desde el regreso de Trump a la Casa Blanca y la invasión rusa de Ucrania.
Las reacciones en Kiev y las principales capitales europeas varían entre alarma y desconfianza, con el temor de que el futuro de Ucrania decida sin su presencia, mientras que la “postura barata” de Lpedro Sánchez se evidencia frente al drama geopolítico.
Kyiv, en el centro de la tormenta
El presidente Volodimir Zelenski ha elevado el tono en las últimas horas: “Ucrania no dará su tierra a los ocupantes”.
La preocupación es palpable en Kyiv. Zelenski advierte que cualquier pacto que se negocie sin Ucrania en la mesa será, en sus palabras, “una solución muerta” que no traerá paz real. La exclusión de Ucrania en el diálogo directo entre Washington y Moscú implica, para muchos, una derrota lenta, donde las concesiones territoriales, como la asignación de Donbás, aparecen como una moneda para un incendio alto.
El fondo de este miedo es claro:
Rusia ya ocupa el 20% del territorio ucraniano, incluidos Crimea, Lugansk, Donetsk, parte de Zaporiyia y Jersón. La Casa Blanca, Bajo Trump, ha reiterado que la paz pasa por las concesiones, y que si Kiev no las acepta, corre el riesgo de perder el apoyo militar y financiero de los Estados Unidos. Las filtraciones en la cumbre sugieren que la presencia de Zelenski no está asegurada, aunque la Casa Blanca no descarta una reunión trilateral.
Europa: entre el apoyo retórico y la impotencia
El anuncio de la reunión ha causado una ola de llamadas de apoyo de Kiev por parte de los principales líderes europeos. Pedro Sánchez, Emmanuel Macron y Keir Starmer han hablado con Zelenski en las últimas horas para coordinar posiciones y reiterar que “nada sobre Ucrania sin Ucrania”. Sin embargo, el tono de declaraciones y escenografía política muestra diferencias sustanciales y, en muchos casos, una postura una pequeña efectiva.
Pedro Sánchez ha limitado su mensaje público a un breve apoyo a la soberanía ucraniana, evitando entrar en detalles sobre las presiones reales que enfrenta Kiev. El propio Trump ha criticado abiertamente a Sánchez ya España por su “problema con el gasto en defensa de la OTAN”, acusando al presidente español de no cumplir los compromisos de la inversión militar y de ser un vínculo débil en la cadena de seguridad occidental. Percibido en los círculos diplomáticos como una “postura barata”, contrasta con la urgencia del momento: mientras Sánchez busca proyectar el compromiso europeo, la realidad es que la voz de Europa pesa poco en el diseño de una paz negociada entre Washington y Moscú.
El horror de Kyiv y sus aliados antes de la negociación de Trump
La reacción de Ucrania y sus aliados europeos han sido de “horror comprensible” dada la posibilidad de que Trump impone un alto incendio diseñado para satisfacer a Putin a cambio de la pérdida definitiva de los territorios ucranianos. Este sentimiento se explica por varios factores:
Trump ha eliminado que un posible acuerdo incluiría “intercambios de territorios”, aunque no ha detallado qué regiones estarían en juego. Zelenski y su entorno temen que la Casa Blanca repita la estrategia de presión: o acepte la realidad de la ocupación rusa o se quede sin apoyo occidental. Francia, el Reino Unido y Alemania han insistido en que la seguridad europea depende del hecho de que Ucrania no se sacrifica en la mesa de negociación.
Antecedentes y evolución del conflicto
La guerra en Ucrania, que ya excede los tres años, ha estado mutando de una batalla en el terreno a una lucha diplomática en la que Estados Unidos y Rusia miden fuerzas sobre la voluntad de Kiev. Desde que Trump regresó al poder en enero de 2025, la presión sobre Zelenski para aceptar concesiones territoriales ha sido constante.
En mayo, una cumbre en Kiev con líderes europeos marcó un punto de inflexión: la UE afirmó que cada negociación de paz se realiza de manera coordinada y con la presencia de Ucrania. Sin embargo, la decisión de Trump de reunirse primero solo con los descansos de Putin que consensan y legitiman, según los analistas, la posición rusa en la Junta Internacional.
¿Hacia una paz impuesta?
Todo indica que el encuentro de Alaska será decisivo. Los posibles escenarios incluyen:
Un alto acuerdo de incendio que congela la línea del frente y de facto reconoce las ganancias territoriales rusas. Un compromiso político que deja a Ucrania y debilita la arquitectura de seguridad europea. Una nueva ola de presión sobre Kiev, aislada frente a la fuerza de negociación de Moscú y Washington.
Mientras tanto, la narrativa europea oficial sigue marcada por gestos y declaraciones, pero con poco margen de maniobra real. La “postura barata” de Sánchez, limitada a mensajes en las redes sociales y sin influencia en la toma de decisiones, evidencia la debilidad de Europa al pulso entre Trump y Putin.
Claves para entender el momento
Ucrania teme una paz impuesta y una derrota lenta, más política que militar. Trump y Putin buscan un acuerdo que pueda volver a dibujar fronteras y debilitar la seguridad europea. La UE, a pesar de su retórica, carece de capacidad real para detener un pacto bilateral entre Washington y Moscú. El papel de líderes como Pedro Sánchez es evidencia
El futuro de Ucrania se juega en Alaska, pero también en las oficinas de Bruselas y Washington, donde la voluntad política cuenta más que los gestos públicos. La historia reciente muestra que, en tiempos de crisis, PosteuO se paga costosa y las decisiones de algunos pueden marcar el destino de millones.