Javier Fernández, el hermano de Diego, el joven cuyos restos de huesos fueron encontrados hace unos días en la casa que ocupó durante un tiempo Gustavo Cerati, habló con el canal de noticias TN. 51, se movió, se colocó frente al micrófono y dijo que se sentía “vacío y con gran indignación”.
Según su historia, estaba en la escuela, a tres cuadras de su casa, cuando su hermano desapareció esa tarde de julio de 1984. En ese momento, Javier estaba en las primarias desde que tenía 10 años, mientras que Diego ya había cumplido 16 años.
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“Mi padre murió buscandolo. En el año ’91, un camión lo golpeó en Galván y el Congreso”, confesó tristemente en el diálogo con los periodistas. Inmediatamente dijo que su padre pensó que Diego había sido capturado o secuestrado por una secta. “Tenía 16 años y solo jugaba al fútbol. No entendemos por qué hicieron eso”, dijo.
Del mismo modo, Javier, emocionado, dijo: “Si no fuera por Cerati, podría morir sin saber nada sobre mi hermano. Como dijo Cerati, ‘Total gracias'”.
“Necesito justicia para mi hermano, para mi madre, para todos. Sería ideal saber por qué”, dijo.
En un diálogo con América TV, Javier dijo: “En ningún momento crucé que pudiera ser el cuerpo de Diego. Cuando Pedro (su sobrino) me dijo que no podía creerlo. Desde ese día duermo poco, lloro mucho”.
Durante años, la familia de Javier y Diego vivieron con incertidumbres e hipótesis posibles. “A medida que el momento estaba saliendo de la dictadura, pensé que estaban chupando. Que estaba en la agenda o era un amigo de alguien y lo secuestraba”, dijo.
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Este miércoles, la identidad de la víctima de uno de los crímenes más misteriosos a nivel nacional trascendió, que tuvo lugar hace 41 años. Este es el asesinato de Diego Fernández, un joven que fue visto por última vez el 26 de julio de 1984, y que, a pesar de las quejas de la familia, solo 4 décadas después, podían conocer su trágico destino.
El caso era conocido el 20 de mayo cuando un grupo de masones, que trabajaba en un campo del Congreso 3742 en el barrio de Buenos Aires de Coghlan, descubrió restos humanos y una serie de objetos que rápidamente presentaban a la policía. La tierra donde ocurrió el hallazgo había pertenecido a una casa que fue alquilada entre 2002 y 2003 por Cerati.
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Aunque el músico no tenía relación con el hecho, su vínculo con la casa ayudó a hacer visible el caso y a despertar el interés público. Esa difusión fue clave para resolver una desaparición que no había sido respuesta a cuatro décadas.
Después de que el fiscal Martín López Perrando ordenó la intervención del Equipo de Antropología Forense Argentina (EAAF), la identidad del cuerpo se confirmó a través de una prueba de ADN. Determinaron que el cuerpo había recibido una puñalada mortal en la cuarta costilla derecha, además de las marcas en los brazos y las piernas, lo que evidenció un intento fallido de desmembrar.









