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Cinco millones de contribuyentes españoles se van de vacaciones con las carreteras más deterioradas en nuestra historia moderna

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La Dirección General de Tráfico (DGT) estima que se realizarán 7 millones de desplazamientos en la carretera durante lo que se conoce como “Operación especial el 1 de agosto”.

Teniendo en cuenta que el 92% de los españoles eligen el automóvil como un medio de transporte para las vacaciones de verano y asumiendo un promedio de 2-3 personas por vehículo, podríamos estimar que entre más de 5 millones de ciudadanos españoles, que pagan sus impuestos religiosamente, serán “víctimas” del inepto ÓSCAR PUENTE este fin de semana.

España enfrenta el mes de agosto con una realidad que pocos imaginaron hace solo una década: más de la mitad de sus carreteras tienen daños graves o muy graves. Las cifras no dejan dudas. Según el último informe de la Asociación de Carreteras Españoles (AEC), el 52% de la red de carreteras requiere una intervención urgente, que coloca al estado del asfalto en su peor momento ya que hay registros modernos, incluso superando los peores años de finales de los ochenta y principios de los noventa.

Este verano, millones de ciudadanos se preparan para viajar largas distancias debido a la infraestructura que muestran grietas, baches y áreas intransigentes en secciones clave como A-6 entre Benavente y una Coruña o la Carretera de La Plata a Andalucía. El diagnóstico es claro: casi 34,000 kilómetros necesitan una reconstrucción inmediata y otros 20,000 kilómetros tendrán que repararse antes de cuatro años si la situación no se desea agravar aún más.

Las consecuencias para el usuario: más tiempo, más gastos y más riesgos

El deterioro del asfalto no es solo un problema estético o de comodidad. Tiene un impacto directo en la economía y la seguridad:

Aumento en el gasto de combustible: la mala condición lo obliga a circular a velocidades irregulares y hacer más frenado, lo que representa un aumento promedio del 12% en el consumo para los conductores privados y hasta un 12.5% más para los profesionales del transporte. Más desgloses mecánicos: los talleres informan un aumento significativo, un 16% adicional planeado para 2026, en daños a neumáticos y suspensiones causadas por baches lenta: la velocidad promedio se reduce en un 10%, lo que tiene demoras tanto para el ciudadano como para el transporte de bienes. Esto hace que los productos básicos sean más caros al aumentar los costos logísticos. Discurso de Mayer: Estudios recientes estiman que el mal estado de la empresa puede estar detrás del 35% de los accidentes de tráfico registrados en los últimos meses.

El impacto económico es tangible: solo en Aragón, donde el 68% de las carreteras se ven afectadas, el costo anual por ciudadano puede exceder los 200 euros entre combustible adicional, reparaciones y tiempo perdido.

Un déficit estructural multiplicado por dos

El problema no es nuevo, pero ha subido rápidamente. El déficit de conservación acumulado ya excede los 13,400 millones de euros, casi el doble que hace tres años. Esta cifra incluye ambas rutas estatales (alrededor de 4.7 mil millones) y la regional (8,700 millones), y responde a años sin una inversión pública sostenida o suficiente para detener el deterioro acelerado de la empresa.

La tormenta perfecta llegó este año con fuertes lluvias y temporales entre marzo y abril, que terminó destruyendo el pavimento en cientos de secciones clave. El resultado es visible para cualquier conductor habitual: las grietas profundas reaparecen solo unos días después de ser gruesas, especialmente en carreteras secundarias.

¿A dónde va el dinero? Radares, multas y prioridades cuestionados

Mientras la red de carreteras se desmorona, la recolección de sanciones continúa creciendo. Más de 500 millones de euros por año obtenidos por multas no se vuelven directamente a mejoras de asfalto; Van a los presupuestos estatales generales, dejando las necesidades urgentes de mantenimiento de la carretera.

La estrategia pública se ha convertido en un enfoque de sanción eminentemente:

Cada año se instalan más radares fijos y móviles. Las campañas intensivas aumentan durante las operaciones de salida y retorno. La inversión de conservación directa sigue lejos del mínimo recomendado: 5,500 millones anuales necesitarían frente a poco más de 3.000 millones de corriente para corregir el déficit.

Este desajuste alimenta un círculo vicioso: menos inversión implica un mayor deterioro; Un mayor daño implica más accidentes, reclamos y gastos adicionales para los usuarios.

Desglose desigual: Aragón lidera lo negativo

No todas las comunidades sufren este desgaste:

Aragon dirige la lista negra con el 68% de su red de carreteras en estado crítico. Siguen Castilla-La Mancha y Galicia (59%), mientras que regiones como Madrid o Cantabria muestran una mejor conservación. Rioja sorprende con buenos datos a pesar del desgaste generalizado.

Esta brecha regional causa desigualdad territorial e impactos directamente en sectores clave como el turismo interno o la logística.

¿Qué pilotan los operadores? Y qué reciben

Los profesionales del transporte han estado reclamando una política de inversión seria:

El pequeño transportista denuncia para pagar más impuestos mientras circula a lo largo de “las peores carreteras en décadas”. Cada kilómetro deteriorado implica costos directos e indirectos, desde las averías hasta los retrasos, que terminan teniendo un impacto en toda la economía nacional.

La respuesta oficial suele ser evasiva: “El mantenimiento no es una competencia directa” de algunos organismos clave, como el DGT, aunque otros temas como campañas intensivas contra los delincuentes o la defensa teórica del usuario antes de la administración.

¿Qué papel juega Oscar Puente?

El actual ministro socialista ha sido criticado por el sector y las organizaciones profesionales debido a la agravación visible durante su mandato. Aunque se han anunciado inversiones récord, 1,548 millones en 2024, la realidad es que solo cubren una parte más pequeña del déficit acumulado, lo que deja a los usuarios y expertos independientes insatisfechos.

La sensación generalizada es que las prioridades políticas han favorecido otros elementos presupuestarios contra el mantenimiento básico de la carretera. Además, la percepción pública persiste, amplificada de algunos sectores, sobre un presunto desperdicio o una gestión deficiente de los fondos públicos.

¿Y ahora que?

La situación requiere respuestas urgentes:

Aumente sustancialmente los fondos para la conservación. Revise el destino real del dinero recaudado a través de multas.

Mientras tanto, este verano circularán millones de españoles, más lentamente, gastar más y asumir mayores riesgos, a lo largo de las carreteras más degradadas desde los últimos tiempos.

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