Las bandas criminales han aprendido a moverse con fluidez en las redes sociales. Con Tiktok como un nuevo territorio de conquista, sus estrategias de reclutamiento apuntan a emociones, símbolos y vacíos del sistema. ¿Pueden nuestras políticas públicas alcanzar la velocidad del algoritmo?
Un informe reciente preparado por el Seminario sobre Violencia y Paz de la Facultad de México, en alianza con el laboratorio de IA Civic de la Universidad de Northeastern, confirma una tendencia alarmante: el uso sistemático de Tiktok por organizaciones criminales para el reclutamiento de jóvenes.
La investigación reflejó que más de cien cuentas activas están utilizando patrones de comunicación estratégicamente diseñados para capturar a una audiencia vulnerable. ¿Cómo? Empleo prometedor con salarios atractivos, alojamiento y capacitación a cambio de unirse a las fuerzas del cartel; Adaptando sus tácticas a los entornos digitales de alta penetración juvenil y enfocando su narrativa, específicamente, segmentos vulnerables, como madres solteras y estudiantes.
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A través de las redes, han logrado exponer un refinamiento discursivo que va más allá de la propaganda tradicional. Para hacer esto, han sofisticado sus métodos. Del uso de simbología codificada, como emojis, hashtags e incluso referencias musicales,, no solo han facilitado la identificación entre pares criminales, sino que también han logrado evitar los mecanismos de moderación de la plataforma.
En este ecosistema digital criminal, cuya estética se combina con ofertas aparentemente inofensivas de “negocios rentables”, se ha creado un espacio propicio para el enganche progresivo de las nuevas generaciones. El estudio indica que, aunque el 46% de las cuentas están dedicados al reclutamiento explícito, un porcentaje significativo opera bajo modalidades de disimulación, lo que dificulta la detección algorítmica y logra transgredir los modelos actuales de gobernanza digital en las redes sociales.
La era del crimen segmentado. Los resultados asociados con la segmentación funcional del contenido criminal en Tiktok confirman que las organizaciones penales están operando actualmente con una lógica avanzada de marketing digital. Lejos de ser publicaciones aleatorias, los perfiles están diseñados para cumplir roles específicos dentro del proceso de captura: algunos persuaden, otros preparan el terreno simbólico y otros ejecutan el contacto final.
Bajo una arquitectura de comunicación criminal detallada, el crimen organizado ha entendido el potencial de las plataformas digitales no solo como un canal de difusión, sino como un entorno estratégico para construir narraciones de poder y pertenencia dirigidas a audiencias vulnerables.
En términos de seguridad digital, el desafío para los mecanismos tradicionales de monitoreo y control es enorme. La delgada línea entre la propaganda, la oferta laboral y el crimen explícito plantea una dificultad sin precedentes para la intervención oportuna, especialmente cuando el contenido está diseñado para evitar filtros algorítmicos con códigos visuales y narrativos ambiguos. A esto se agrega la fragmentación del contenido: la ausencia de símbolos criminales en algunas cuentas y el uso de mensajes neutrales, o aparentemente legales, complica aún más la identificación temprana de riesgos, tanto para los usuarios como para las autoridades.
Este escenario requiere una profunda revisión de las políticas públicas centradas en la protección de menores y jóvenes en entornos digitales y plantea una serie de preguntas: ¿Cómo integrar sistemas capaces de detectar patrones más allá de las palabras clave? ¿Qué tipo de campañas educativas podrían exponer claramente el funcionamiento de esta maquinaria de captura? ¿Cómo regular sin censurar? ¿Cómo intervenir sin criminalizar las expresiones culturales?
Estas son preguntas inevitables y eso merece una respuesta rápida, porque si bien las plataformas siguen siendo terrenos fértiles para la expansión del crimen digitalizado, cualquier intento de contención será, en los mejores casos, reactivos e insuficientes.
Un desafío continental. Un estudio realizado por el Ministerio del Interior de México (2021) advirtió que los grupos criminales ya usaban chats de Facebook, Instagram y juegos populares para contactar a menores, y se identificaron patrones de reclutamiento digital en todo el país.
Esta tendencia no es exclusiva de México. En diferentes países latinoamericanos, el crimen organizado ha diversificado sus canales de recolección juvenil. Plataformas como Tiktok, Facebook, WhatsApp e incluso los videojuegos en línea se han convertido en herramientas clave para carteles y pandillas, que aprovechan su lenguaje visual y algorítmico para atraer adolescentes a través de ofertas falsas de empleo, ayuda económica o discursos seductores vinculados al poder, la pertenencia y el dinero rápido.
En Colombia, la ONU ya advirtió que estos canales se han convertido en exhibiciones importantes para romantizar la vida criminal, para atraer a niños y adolescentes a grupos armados ilegales como disidentes y clan del Golfo, a través de falsas promesas y símbolos de poder. Mientras tanto, las autoridades colombianas advierten que cada 48 horas un menor está vinculada a estas estructuras armadas a través del contenido que se burlan de los filtros y regulaciones digitales.
Brasil, Ecuador o Bolivia no son ajenos a este problema. Los grupos criminales usarían Tiktok y otras solicitudes para difundir videos en los que se normaliza la violencia y se exalta el estilo de vida criminal, como los vehículos de seducción hacia la vida criminal. El aumento de Tiktok para estos fines ha alcanzado tal medida que incluso las mismas redes criminales generalmente comparten contenido que las incrimina.
La expansión continental del reclutamiento digital definitivamente obliga a repensar las estrategias de prevención con un aspecto regional, intersectorial e inmediato. Si el crimen organizado adapta sus tácticas al pulso de las redes sociales, los estados y las sociedades deben actuar con igual agilidad para proteger las nuevas generaciones. De lo contrario, el algoritmo continuará reclutando donde el estado no llegue.