La AFA organizó o propuso (no está claro para mí) la devolución de los visitantes a los tribunales. El otro día fueron los de Rosario Central en el estadio Lanús (viendo de cerca las penalizaciones hechas en Di María) y las de River en Córdoba, contra el Instituto, que dejó a su corte por una más grande para hacer algunos mangos. Hasta donde yo sé, no hubo problemas ni incidentes, buenas noticias. Me parece que este fin de semana, por otro lado, no hay visitantes en ningún tribunal. Todo es errático en el fútbol argentino, por qué este problema sería diferente.
El otro campeonato, la Copa Argentina, trae, casi como una tradición, la presencia de los dos fanáticos porque los partidos se juegan en una cancha neutral. La última vez fue el miércoles pasado en Santiago del Estero, en Boca-Atlético Tucumán. Boca, como de costumbre, tomó una multitud, pero los Tucumanos no se quedaron y también fueron muchos. Y sucedió algo que no se vio hace mucho tiempo, mucho tiempo: que los fanáticos, con el del presente (y aún más numeroso) gritan “Ole, Ole, Ole” al rival, cuyos jugadores solo podían correr detrás de la pelota, tocando el papel. No sucedió durante mucho tiempo, un tiempo en la segunda mitad cuando el Atlético ya ganó de 2 a 0, pero lo suficiente como para recordar que el fútbol también es eso, un fanático que gasta al otro (no la amenazó, no la insulta); Simplemente un fanático que disfruta de la caminata que se ve en la cancha.
Estoy siendo injusto: el Atlético Tucumán no fue un paseo. Pero fue un triunfo abrumador, mientras que Boca (para quien la palabra “contundente” no aparece en su diccionario) deambuló por gol tras gol, con Cavani como portador de la bandera de no ponerla. ¿Me permites repetir lo que ya vine a escribir las semanas anteriores? Lo mejor de Boca son los fanáticos, pero se ha convertido en un fanático que, en primer lugar, se hincha por sí mismo, porque dentro de la cancha (y desde afuera: también el DT y el liderazgo) no recibe nada. Y el otro bien es, sin duda, muros. Pero es solo un quinto Marangoni, Genial 5, necesitaba Bochini (ya Burruchaga), no pudo. Paredes tiene mucho talento, es crítico, de buen pie, siempre juega estratégicamente, pero las 50 mil personas que fueron a alentarlo en la presentación, ¿qué imaginó? ¿Qué iba a poder resolver el desastre que es Boca?
Estos no les gustan los autoritarios
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Este desastre comienza de arriba a abajo. La presidencia de Riquelme es muy mala. Tus equipos también. Con Boca, sucede, ya que me sucede con el salario: el 15 del mes ya estoy pensando en cuánto falta nuevamente para cobrar, porque no tengo peso. Bueno, en la boca, a mediados de cada temporada (¡o al principio como ahora!) Ya está pensando cuánto falta el siguiente, comprar nuevos jugadores, arrojar a otros, despedir al técnico y contratar a otro (sin ningún criterio, y también Riquelme es responsable de comenzar a presentarlo al principio, para marcar el tribunal desde el primer día). Es curioso vivir así, es como estar pensando en el futuro todo el tiempo, mientras que el presente es desastroso.