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Nuevo terremoto en el ‘Caso Koldo’: el fontanero de PSOE que se presume que tiene acceso directo a Pedro Sánchez

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Las aguas todavía están agitadas en la política española después de conocer nuevos detalles sobre Leire Díez, el “fontanero” llamado del PSOE.

En una reunión secreta reciente, capturada en audio, Díez no solo se presentó como una transmisión informal de la fiesta, sino que también se presumió que tiene “acceso al número uno del gobierno”, en referencia directa a Pedro Sánchez. Este episodio agrega presión al ejecutivo, ya golpeado por los derivados judiciales y políticos del caso de Koldo, Como revela este 14 de julio de 2025 el periódico ‘El Mundo’.

La escena descubierta muestra a Díez tratando de recopilar información comprometedora contra los miembros de la Guardia Civil y negociar con el comandante investigado en el caso. Según las grabaciones, el militante socialista ofreció favores a cambio de datos que podrían erosionar posiciones altas de la Unidad Operativa Central (UCO) e incluso a algún fiscal. La intención: protege el entorno político más cercano a Moncloa ante el avance de las investigaciones judiciales que han estado al acecho durante meses al círculo de confianza de Sánchez.

El tablero: Pedro Sánchez, Leire Díez y los hilos invisibles

Entre las frases más llamativas recolectadas en los audios se encuentra la que Díez dice que “este es Pedro Sánchez, directamente con Cerdán, con Santos Cerdán, y directamente con Leire. Y también hay muy pocas personas adicionales que tienen la información y, por lo tanto, continuarán”, como dijeron uno de los empresarios involucrados. Esta declaración se ha centrado en Santos Cerdán, Secretario de la Organización Socialista, que admitió haber conocido a Leire Díez durante años, pero redujo su papel al “Militante de Cantabria” sin gran importancia en la estructura del partido.

Sin embargo, la verdad es que, según la información reciente, Díez fue reclutado expresamente para operaciones delicadas en un momento crítico para el PSOE. Se atribuye a tener archivos sensibles protegidos y actuar bajo instrucciones directas, o al menos, por lo que se sugerirían aquellos que negociarían con él, del entorno presidencial. El partido en sí ha tratado de desconectarse públicamente de sus movimientos, mientras que las voces que exigen explicaciones parlamentarias tanto al presidente Sánchez como a los principales líderes del gobierno.

Grande-Marlaska y los ecos internos del caso Koldo

El escándalo también ha salpicado a Fernando Grande-Marlaska, ministro del interior. Después de declarar antes de la Comisión de Investigación del Senado, y con nuevas citas ya planificadas, Marlaska negó bruscamente cualquier implicación personal o institucional con la red investigada. Insistió en que nunca celebró reuniones o Koldo García, Exasor de Ábalos y acusó a Key, o con Víctor de Aldama, presunto comisionado y figura central en la trama.

Sin embargo, el contexto político no ayuda: las renuncias inesperadas como la del ex Secretario de Estado Rafael Pérez Ruiz, “número dos” de Marlaska, han alimentado sospechas sobre posibles conexiones entre el interior y el entorno corrupto. Paralelamente, algunos informes sugieren que del Ministerio mismo habrían adquirido máscaras defectuosas a las empresas vinculadas al caso durante la pandemia, sin ninguna responsabilidad por ello.

El laberinto judicial y la guerra interna socialista

El partido popular ha aprovechado la turbulencia para elevar el tono: califica al PSOE como “organización criminal” y exige apariencias urgentes de Marlaska y otros puestos altos involucrados. Por otro lado, las voces dentro del gobierno mismos reconocen, con no poca incomodidad, que “es importante que se aclaren todos los problemas judiciales”, aunque evitan pedir explicaciones directas del presidente Sánchez.

En este entorno enrarecido, surgen maniobras cruzadas: desde los intentos subterráneos de sabotear las investigaciones oficiales hasta las estrategias para desacreditar a los que colaboran con la justicia. Todo esto alimenta una historia cada vez más compleja sobre cómo se manejan los escándalos internos y cómo las figuras como Leire Díez se usan para apagar los fuegos o mover piezas sensibles fuera del escrutinio público.

En resumen, el caso continúa agregando episodios dignos de un thriller político: grabaciones clandestinas, negociaciones bajo la cuerda y una red cada vez más densa donde los protagonistas principales parecen estar más cerca del poder de lo que muchos pensaban.

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