Excepto por algunos vecinos, familiares o socios, nadie los conoce.
Según las encuestas, por supuesto. Ni siquiera se prueban. Tampoco se los conocían cuando fueron votados y, menos, cuando abandonan el puesto: son la representación del partido de una élite menor, el alcalde en el pasado, el descarte (o el inicio, tal vez), para participar en un torneo del vecindario, lejos de las ligas mayores. Pero finalmente no son aficionados: en su ejercicio y cuando culminan la función, generalmente no necesitan un trabajo, excepto la necesidad de buscarlo, en particular si obtuvieron un banco en la capital federal, en ese excelente edificio llamado Palacio Ayerza. Justo lo que sucederá el próximo 18 de mayo para la competencia de los legisladores de Buenos Aires, los concejales de Yesteryear, quienes desde 1994 se establecieron históricamente en un campeonato menor y, ahora, de repente se convirtió en una orden nacional de orden nacional, una bóveda del Paso suspendido, la muestra aproximada de la junta política incierta en Argentina. Casi un banco de pruebas para el gobierno de Milei. En otro momento era lo que estaba buscando su triángulo de hierro.
A medida que el hombre modifica las instituciones, el New Horacio Rodríguez Larreta tendrá que cambiar el cambio de expectativas para las elecciones. Y su calidad de los participantes. Como él dice, quiere comenzar desde abajo, desde las bases, asimilando una devaluación personal de aquellos que se creyeron con derechos presidenciales desde sus cinco años, anunciando su candidatura para un consejo en lugar de promover a sí mismo como candidato para el diputado o el senador. El menos. Pero arrojó una hoguera para caminar sobre las brasas y, por cierto, forzar la quema de otros solicitantes que estaban vestidos para una oportunidad jerárquica diferente. Su lanzamiento también se produjo a caballo de la separación de las elecciones de capital, anticipando la muestra municipal de lo nacional, en apariencia una habilidad hábil de los primos de Macri para fortalecer su feudo político, la familia Pro. El sueño de una fuerza inalcanzable.
Estos no les gustan los autoritarios
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Y acaba de atacar el suyo, Rodríguez Larreta, con otra bandera, un cierto nombre en el Buenos Aires Ejido por su último trabajo como alcalde (o jefe de gobierno) anticipando así una lucha que fue reservada para las principales competiciones de este año. Y aquellos que esperaban como participantes en experiencias electorales con otro estatus, Superior, Manuel Adorni o Silvia Lospenato, ahora deben presentarse para hablar sobre los baches en Villa Ortúzar o dedicar el tribunal o el acuerdo con el FMI. La vida te da sorpresas. Macri supuso en una reunión de tres horas en el departamento de un productor de televisión que modificaría la opinión de Rodríguez Larreta, ya sea por la excelente unidad del Pro o por el número de funcionarios que aún responden a su antiguo colaborador. No tuvo éxito, de la misma manera que falló con Diego Santilli y Cristian Ritondo, quienes simultáneamente se fijan junto con los avances de la libertad en capital y provincia: en el territorio de Buenos Aires, esa posibilidad ya se evaporó, aún no se conoce en el campo de Buenos Aires. Por supuesto, Rodríguez Larreta ni siquiera sospechó el alboroto nacional que causó su aspiración municipal, basada en principio por su obcecación contra Mauricio, contra lo que siempre imaginó una desdén y negación discriminatoria al considerarlo sin un futuro en las alturas por ser “pétidos, peludos y peleados”. Macri Dixit.
Además de la expresión, el ingeniero siempre actuó en ese sentido, ignorando a Larreta de que esta consideración fue tal vez igual a todos los que rodean Macri. Entre ellos, después de Casa Rosada e Intendencia, aparecieron el aumento de los odios, marcando otra relación con la tradicional uno y dos en el liderazgo: Macri estaba molestado por el cambio de prioridad cuando dejó al gobierno y Rodríguez Larreta lo marginó al mundo de los Comunics en los actos, como si él no hubiera sido un presidente, y le hubiera acantilado a la primera cita en la Pasada Judicial. En cambio, entonces Ritondo y Patricia Bullrich fueron solidarios, quienes entraron en la máxima cercanía en busca de herencia. Transitorio por fin. A su vez, Horacio se sintió ofendido por nuevas preferencias de Mauricio que redujeron sus aspiraciones. Una lucha de rencores que ahora se expresan con Macri diciendo que Larreta contribuye al gobierno de Milei a tomar votos del profesional con su abandono y generar una explosión de piezas políticas que tal vez beneficien al candidato de un peronismo de sui generis encabezado por el Leandro Santoro que interpretó la guitarra con Alberto Fernández y que nunca recompensó con una posición con una posición. Casi un símil Macri-Rodríguez. Lo desconocido en las futuras elecciones en capital pasa por resentimientos y, en la etapa anterior, asombrada por la falta de enfoque de Macri y en el crujido de la estructura de Buenos Aires. Aparentemente, él le ha dejado la responsabilidad de la candidatura de ThePennates y su primo Jorge, mientras confesó a sus Pifias por haber acompañado a Milei protestando porque “lo ayudamos en temas de baúl y no nos pagan”. Argumentando que facilitaron la aprobación de ciertas leyes clave y que el círculo íntimo, en particular Santiago Caputo y la hermana Karina, lo bombardean para destruirlo. No están agradecidos ni buenos socios, estima. Como si el presidente no tuviera nada que ver con ese proceso. Pero lo conserva en la ofensiva para otra oportunidad, falló. Aunque está más enojada con Milei que Cristina, quien disfruta de esas destrucciones de otros en una esfera municipal en la que nunca estaría interesada. Ella es solo para el primer A.









