“Hay una gran pieza de Bataille en Lacan”, escribe en su libro entre Bataille y Lacan. Ensayo sobre el ojo, Canís Sweets (2007) Psychoanalyst José Assandri, miembro de la École Lacanienne de Pshychanalyse y escritor, en quien, jugando con la cita, “Hay grandes piezas de Bataille y Lacan”. Al menos eso surge de ese trabajo excéntrico, dislocado y multifacético: para ser visto (cuerpo – fotografía – mirada), publicado en co -edición con escolios, ediciones numeradas de Uruguay, un sello vinculado a la École – y el editorial del margen. Allí, en páginas intrincadas y hermosas, donde el escándalo generalmente cepilla, analiza e interpreta el legado artístico y la vida del escritor y fotógrafo Gabriela Liffschitz (1963-2004), diagnosticado a los 35 años de la actividad creativa del cáncer de seno y fallecido sobre su cuerpo mutilado (“mutado”, para más precisión, como él reflejó) y los procesos sujetos a los que se enfrentó en los procesos y registró en los fotografías en su cuerpo mutilado (“mutado”, para más precisión, como él reflejó) y los procesos sujetos a los que se enfrentó y récords en los fotografías y los registros en su cuerpo y los textos. Es por eso que el trabajo de Assandri, quasimicrofísico, se encuentra en la intersección de la literatura, literatura y psicoanálisis lacanes, establecido en secreto, abreviar, en “una gran pieza” de Bataille.
El objeto de estudio del trabajo de Liffschitz, específicamente, incluye los escritos Venezia (1990) y Elizabetta (1995), los libros de desnudos fotográficos y los textos de recursos humanos (2000) y los efectos colaterales (2003), el documental Bye Bye Life of Incique Piñeyro (lanzado en 2008) – Protegido por el mismo Liffschitz-, y un Bye Ending de Happy Afting (2004). Él cuenta su experiencia en psicoanálisis con Jorge Chamorro, miembro fundador de la Escuela Freudiana de Buenos Aires y el Simposio de campo freudiano, hoy perteneciente a la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL). A este prestigioso psicoanalista, por el resto, Assandri dedica, motivado por los narrados en un final feliz, poco menos que una cartografía psicosocial, más que un desacuerdo teórico y práctico, y suave y claramente un poco torpe. En este sentido, se puede agregar, el testimonio de Liffschitz es ambiguo, ya que aunque se trata de “idiota” al mismo tiempo, reconoce su ayuda psicológica. Que sería anecdótico, meros episodios de transferencia y contratransferencia, pero formó un vínculo de la experiencia de un artista que busca volver a inscribir su cuerpo herido y enfermo, y la proximidad de la muerte, en formas y símbolos estéticos.
Assandri investiga a fondo el haz problemático de la herida de Liffschitz, la ausencia del cofre izquierdo, expuesto en los desnudos de los recursos humanos y los efectos colaterales, el desplazamiento hacia la andrógina, la crisis de la identidad de género y la sexación, los movimientos del deseo y el erotismo, incluso en las fases más desarrolladas del cáncer y el terminal de metaestasas, la víctima del destino del destino, el mutilado o un montones. At the same time, in a hermeneutical game that explores the “seeing” of the photographic and discursive operation-assignifying, a word of Liffschittz, appeals the stadium of the mirror of the Lacanian theory and the corrections or questions of the Heterogeneous and interdisciplinary arsenal of hypotheses and models about the gaze and see, of skizzes of the visual field, of unfolding or doubling the vision, de luz y el ojo. Sin embargo, el punto más inalcanzable de toda esta investigación, no es tanto las transformaciones de Liffschitz en los sucesivos autraítos, ni el extraño erotismo que irradia, sino la experiencia del cuerpo de BifurCado en los órganos (el corazón que se siente ritmo en lugar del sinusus), la piel y la carne, como si el cuerpo no era una sola unidad.
Estos no les gustan los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Es por eso que molesta a quienes creen que son los dueños de la verdad.
El problema con el que Assandri continúa, durante gran parte del libro, consiste en descifrar el vínculo entre imagen y palabras, entre la luz y los signos, ya que esta articulación ocurre en Liffschitz de manera manifiesta en el método o procedimiento de “escribir las fotos”. La variación de esta generación de imágenes por escritura, más compleja, ocurre en el eje literario como la correspondencia entre lectura y escritura, en la que se reproduce el mismo dilema en otros términos. Por otro lado, esto aumenta en el plano psicoanalítico y literario, dado que la prosa de Liffschitz, inclinada a los elementos metafóricos, y de los elementos autoaprendentes que implica, intercalados en la construcción de una imagen de sí misma, ambos son como una mujer o un paciente profesional, médico o psicoanálisis, insegurado de la palabra escrita, incluso en el script en el que se basa la vida de Bye Bye Bye. Ese “lugar” en el que conectan las imágenes y las palabras, de todos modos, no se resuelve en Assandri, en la medida en que la misma noción de zona o región, de lugar, adquiere en el trabajo integral de Liffschitz múltiples resonancias, con la excepción de las fotografías y textos en los que refleja la dislocación de su enfermedad.
En ese sentido, al ser visto, Assandri emprende un argumento en el lugar de la imagen en el psicoanálisis “Millerlacania”, en general muy raro por Lacan, en el que se desplaza a favor de lo que se ha dicho y se escucha como relevante en el orden simbólico. Por el contrario, para Assandri, lo que se vio, el aspecto, se presenta central e insustituible en la práctica psicoanalítica y en la teoría del inconsciente. Vale la pena preguntar si esta transgresión, en el sentido de Bataille, finalmente no explica la atracción por el trabajo, Liffschitz, cuya calidad transgresora no se limita solo a exponer el deseo y la erótica en los desnudos fotográficos, sino que también avanza hacia los límites prohibidos de la sexualidad, la identidad del género y la muerte, que solo por el error podrían confundirse con el exhibición o los últimos días de los últimos días de la lona.
Hacer ver (cuerpo – fotografía – mirar)
Autor: José Assandri
Género: ensayo
Otros libros del autor: entre Bataille y Lacan. Ojo en el ojo, dulces caníbal; Alberto Nin Frías. Una tumba en busca de sus parientes; Fotos alienígenas (con Cecilia Ríos); Clínica infantil. Territorios y enfoques
Editorial: en el margen/escolios, $ 38 mil