GE llegó a Indonesia en un vuelo desde Dubai, pero antes de poder quitar su maleta del aeropuerto internacional Ngurah Rai de Bali, terminó presas cuando la policía descubrió que llevaba una especie de cápsula en su cuerpo con más de 300 gramos de cocaína.
La “mula” arrestada es un peluquero argentino de 46 años que vivía en México y seguramente ignoró el alto costo que podía pagar en caso de ser descubierto. Es que en este país el tráfico de drogas puede terminar en una sentencia de muerte.
La policía informó que la mujer escondió cocaína en su vagina y que, cuando se le preguntó, admitió haber viajado de México para entregarla a cambio de 3 mil dólares.
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Después de sus declaraciones, los oficiales arrestaron a un hombre de nacionalidad británica, sospechoso de ser el vínculo más bajo en la red de distribución, en una casa de huéspedes ubicada en el vecindario de Kerobokan, en el distrito de Badung.
“Todavía estamos llevando a cabo la investigación para desmantelar la red internacional de cocaína en Bali y detener su distribución”, dijo Rudy Ahmad Sudajat, jefe de la Agencia de Narcóticos de Bali.
El arrestado, que trabaja como peluquero y cuyo nombre no fue revelado, permanecerá bajo custodia mientras el proceso judicial en Indonesia progresa, según las autoridades.
Dolores extremos. En Indonesia, el tráfico de drogas, especialmente cuando excede cinco gramos de cocaína, conlleva sentencias que pasan de cinco a veinte años de prisión, cadena perpetua o incluso la pena de muerte por disparos.
Según la red contra la pena de muerte en Asia (ADPAN), más de 300 personas están en el “corredor de muerte” en el archipiélago indonesio, en su mayoría condenado por delitos relacionados con el tráfico de drogas. Aunque en los últimos meses el país repatraba a algunos extranjeros que pasaron años en esa situación, el gobierno aclaró que estas medidas humanitarias no implican perdón de los delitos.
El último sudamericano ejecutado en Indonesia para el tráfico de drogas fue el brasileño Rodrigo Gularte, quien, a pesar de las solicitudes de clemencia de Brasil y otros países desde su detención en 2005, recibió un disparo en 2015 para un equipo en una prisión de Java.









