Esta semana, la influencia británica Vanessa Bell, con sede en Argentina, escribió en X que un descuento ofreció “una gran cantidad de Beatriz Sarlo, ediciones de ediciones de jazz y música clásica. Gold Powder”. Luego borró la publicación antes de que la respuesta de Beatriz expresara preocupación por el destino de los archivos y pertenencias. Sin querer, esta señora abrió una instancia de incertidumbre alrededor de Beatriz Sarlo.
Después de esta observación, el periodista Daniel Gigena, del periódico La Nacia, se profundizó en tanta anomalía en el legado, publicando varias notas donde se hace pública una disputa judicial en torno a los activos del intelectual que murió el 17 de diciembre del año pasado y eso quizás explica cómo apareció esa colección de música a la venta.
El 4 de febrero de este año, el exhusband de Sarlo, Alberto Sato, con el que contrajo nupcias en 1966 y de la que nunca se separó legalmente, comenzó el procedimiento de sucesión a su favor en la Corte Civil 91 de la ciudad de Buenos Aires. Nueve días después, en el mismo tribunal, Alberto Meza (portero del edificio del Departamento de Sarlo, ubicado en la calle Hidalgo 140 de CABA) presentó una carta que desafía a Sato como heredera, mientras reclamaba la casa para sí mismo, presentando un texto escrito a mano por Beatriz (Olograph Testament), en un documento escrito en ambas caras de las diferentes frases.
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Y para que no hay duda, aclaró: “El fallecido fue perfectamente lúcido, vea la entrevista otorgada al fundador del periódico el 20 de septiembre de 2024, es decir, casi dos meses después de la concesión de lo mismo”. Se refiere a la entrevista telefónica que Jorge Fontevecchia hizo a Beatriz Sarlo en esa fecha.
En la entrevista, Sarlo afirma: “Milei ha introducido un discurso bestial, y en ese sentido, ha sido nuevo. La característica principal de su discurso es bestial, es decir, sintetizar todos los problemas que sabe que son complejos. Eso hace que el discurso sea bestial, es inadecuado para que sus seguidores y oponentes puedan analizar las matrices ideológicas y cultivadas de ese discurso.
En abril pasado, el juez Carlos Goggi excluyó a Sato como heredero, según el artículo 2437 del Código Civil y Comercial, y apeló el fallo en la Cámara Nacional de Apelaciones Civiles, pidiendo la partida del juez. Ayer, en un tiempo récord, esta instancia resultó en la apelación de Sato ordenando la partida de Goggi y un cambio de corte por rifa, así como en la incorporación de un nuevo heredero posible, si es así correspondido: el gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Además, dio intervención al enjuiciamiento general de la ciudad, por el Dr. Martín Ocampo.
El nuevo juez debe confirmar la legitimidad de las letras presentadas por Meza y si el significado de las palabras supone la herencia del bien reclamado. En estos, se lee en lo siguiente: “Buenos Aires, martes 9 de junio. Yo, Beatriz Sarlo (…) Quiero dejar mi voluntad de que, en caso de mi desaparición u otro accidente, mi gato nini debe estar a cargo de Alberto Meza (…). Certifico con mi firma”. Y en el otro dice: “Alberto Meza está a cargo de mi apartamento después de mi muerte y también estás a cargo de mi gato nini, lo que te aprecia tanto como aprecio y valoré. Beatriz Sarlo. Hay una firma. 2 de agosto de 2024.”
Claro: “Estás a cargo de mi apartamento después de mi muerte” sería la fracción de texto que Meza señala como prueba de declaración testamentaria. En la presentación, el abogado de Meza enfatiza que cumplen con todas las características requeridas por el Código Civil actual. Eso incluye que dicho tipo puede tener dos fechas de escritura, como en este caso. Y aquí es necesaria una pequeña nota.
La resonancia del legado de Beatriz Sarlo ocupó la centralidad de las noticias de televisión y radio, a los puntos bestiales en su tratamiento (¿reproduciendo el estilo presidencial?), Que excede este espacio en varias páginas. Más allá de las comparaciones, los resentimientos y otras banalidades, pareció que Meza, el portero, compartió momentos de diálogo con su vecino al final del día, en declive. Incluso esto fue acompañado por el consumo ocasional de bebidas alcohólicas. Por lo tanto, al supuesto testamento es apropiado señalarlo como “letra”. Siendo la referencia literaria inequívoca, la historia “La carta robada” de Edgar Allan Poe.
El efecto de la historia misteriosa es este: es evidente que el texto de los dos esquemas fue dictado a Beatriz en un momento de debilidad emocional, incluso de depresión, que no implica pérdida de lucidez o capacidad para discernir. De hecho, no es necesario ser Auguste Dupin notar que tanto la forma legal del texto como su contenido, responda a una intención cuyas palabras clave omitieron o reemplazó. También está claro que su mayor preocupación era garantizar la supervivencia de la mascota, pero sin dar posesión definitiva de ningún bien a cambio. Esperemos que el nuevo juez del caso analice las cartas aplicando este criterio.
Mientras tanto, vale la pena leer el artículo “The Last Tentation of Sarlo”, publicado por Mariano Schuster en la revista Digital Panamá, donde señala estas cartas como “un gesto tan ambiguo que activa una dinámica borgiana: todas las bifurcaciones son posibles, la solución no está en la vista, la historia nunca se puede resolver”.
Como un triste final provisional, el destino de Niní, el gato de Beatriz, quizás el verdadero personaje de esta triste historia es preocupante.